¿Qué es la adoración al pastor?

Los miembros de la congregación suelen admirar a los pastores. Muchas veces, los admiran justamente por su buen carácter, sabiduría y conocimiento teológico. Los que quieren ser ancianos en una iglesia deben vivir vidas "irreprochables" (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:7-9). Deben ser "ejemplos para el rebaño" (1 Pedro 5:3), y nosotros debemos ser capaces de imitarlos en la medida en que ellos imitan a Cristo (1 Corintios 11:1). Debemos respetar y apoyar a nuestros líderes espirituales en la labor que realizan (1 Timoteo 5:17; Hebreos 13:17). Sin embargo, esto es muy diferente a la "adoración del pastor".

La "adoración del pastor" es lo que ocurre cuando los miembros de la congregación tratan a sus pastores más como a una celebridad a la que idolatrar que como a un líder por quien estar agradecidos. En vez de maravillarse ante la verdad de Dios y buscar seguirle, se quedan anonadados por su pastor y buscan seguirle. Internet y las redes sociales han hecho aún más fácil que un pastor, maestro u otro líder espiritual se ponga en un pedestal y reciba elogios de personas de todo el mundo. Podemos elegir a nuestros favoritos, acudir en masa a los que son populares, y caer fácilmente en la tentación de empezar a idolatrar al hombre que está enseñando y no que su enseñanza sea un impulso para llevarnos más profundamente en nuestro caminar con Dios. Aunque la adoración del pastor es una tentación muy común, no está bien y es peligrosa para todos los que participan en ella.

El liderazgo espiritual es una gran responsabilidad y no se debería manejar a la ligera. Dios hace responsables a los líderes de la iglesia por la forma en que dirigen a las personas a las que ministran (Hebreos 13:17). Los pastores, ancianos y otros líderes espirituales deben estar enfocados en modelar a Cristo y por lo tanto deben estar más preocupados en servir a su congregación que en la popularidad (Mateo 20:25-28). Deben tratar de compartir "todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27). Deben estar atentos a las necesidades de sus congregaciones específicas, equipándolas y cuidándolas en sus contextos (Efesios 4:11-16; Gálatas 6:1-10). Deben apacentar "la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey" (1 Pedro 5:2-3). Cuando tanto el pastor como aquellos a quienes pastorea comprenden este llamado, disminuye la tentación de adorar al pastor.

Se puede reconocer la adoración al pastor por las actitudes de la iglesia en torno al pastor. ¿Es el pastor el tema principal de conversación en la iglesia? ¿Son significativas para la congregación tanto las conversaciones como los encuentros con él? ¿Se alaban desde el púlpito las obras, la sabiduría y el carácter del pastor? Algunas iglesias enfatizan las palabras, la teología y los consejos del pastor por encima de todo lo demás. Si sales del servicio con un sentimiento de admiración por el pastor y no por Dios, puede que necesites examinar si es Dios o el pastor el centro de tu adoración.

Mientras que algunas iglesias están obviamente centradas alrededor de un pastor y él es el glorificado en la iglesia, la gente es propensa a la idolatría y puede incluso adorar a un pastor que camina en humildad. Esto es lo que estaba sucediendo en la iglesia de Corinto, y estaba causando división entre los miembros de la iglesia. Pablo aborda este tema diciendo: "Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios" (1 Corintios 3:4-9). Pablo recuerda a la Iglesia que los líderes espirituales son simplemente humanos; incluso los grandes maestros no son mejores que nadie. También recalca que no es la obra del maestro, sino la obra de Dios la que trae la salvación y la sanidad y un cambio de vida a las personas. Además, afirma que este tipo de idolatría es inmadura desde el punto de vista espiritual y provoca celos y disputas; es una demostración de andar en la carne (1 Corintios 3:3).

Cuando seguimos a un hombre y confiamos en un maestro específico para nuestro alimento espiritual, corremos el riesgo de que nuestra espiritualidad dependa de esa persona. Esto puede acarrear diversos problemas. Si sólo escuchas las enseñanzas de esa persona, puede que no tengas una comprensión completa de las Escrituras. Podrías estar demasiado ansioso por aceptar lo que él está enseñando como verdad en vez de comprobar lo que está enseñando con las Escrituras (Hechos 17:11). Como lo han hecho muchos pastores, maestros y líderes, un pastor al que somos propensos a adorar puede caer en pecado como adulterio, malversación de fondos, avaricia, abuso sexual, abuso espiritual, o un sin número de pecados. Esto puede hacer que cuestionemos nuestra fe y nos preguntemos cómo puede ser cierta ya que se basa en el carácter del hombre y no en el carácter de Dios. Aunque esto es devastador en cualquier situación, lo es particularmente para tu fe si ésta está centrada en tu pastor en lugar de estar centrada en Cristo. Considera, también, los efectos de la adoración al pastor sobre el mismo pastor. Idolatrar a un pastor podría hacer que éste se sintiera aislado e incapaz de admitir sus defectos y necesidades ante los demás. Podría conducir a una presión y expectativas indebidas sobre él y su familia. Podría provocar agotamiento. Por supuesto, también podría conducir a un orgullo excesivo. Ninguna persona puede soportar el peso de satisfacer todas nuestras necesidades, y nunca deberíamos esperar que lo haga. Hay una razón por la que sólo Dios debe ser adorado; ¡sólo Él es digno de adoración!

Debemos honrar y apreciar a nuestros pastores. Pero también debemos recordar que son pecadores salvados por la gracia al igual que nosotros. Son subpastores a los que se les ha encomendado cuidar del rebaño. Después de que Pedro aconsejara a los ancianos que pastorearan de buena gana, con entusiasmo y como ejemplos para el rebaño, escribió: "Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (1 Pedro 5:4-5). Todos deberíamos caminar con humildad los unos hacia los otros, siguiendo a Cristo en todo lo que hacemos.



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