¿Qué es la Vía Dolorosa?
La Vía Dolorosa se traduce literalmente como el "Camino Doloroso" o el "Camino del Sufrimiento" y es la ruta que tradicionalmente se cree que recorrió Jesús desde Su juicio hasta Su crucifixión en Jerusalén. La ruta tiene unos 609 metros de largo, comienza en la Fortaleza Antonia en dirección oeste y termina en la Iglesia del Santo Sepulcro. Hay catorce paradas a lo largo del recorrido, que se denominan "estaciones del Vía Crucis", las cinco últimas en el interior de la Iglesia del Santo Sepulcro. Cada "estación" representa un acontecimiento que la tradición cree que ocurrió en el camino de Jesús hacia la cruz. Sin embargo, la mayoría de estos acontecimientos no están documentados en la Biblia, sino que provienen de la tradición católica romana. Además, hay pruebas arqueológicas de que el juicio de Jesús se llevó a cabo probablemente en el Palacio de Herodes, que está al oeste de la Iglesia del Santo Sepulcro, y no en la Fortaleza Antonia, al este. Por lo tanto, es muy probable que la Vía Dolorosa no sea la ruta que Jesús recorrió en Su camino a la cruz. De todas formas, muchos peregrinos cristianos sacan gran provecho del tiempo que dedican a recorrer físicamente las calles de Jerusalén mientras contemplan el sufrimiento de nuestro Señor mientras cargaba con el pecado del mundo (Juan 1:29). Su juicio y crucifixión están detallados en cada Evangelio. Jesús estaba tan angustiado que sudó gotas de sangre en el huerto de Getsemaní (Lucas 22:44). Allí escuchó cómo lo acusaban falsamente ante el Sanedrín (Marcos 14:56). Fue escupido, golpeado y escarnecido por el Consejo Judío (Mateo 26:67-68). Fue azotado por el tribunal romano y le pusieron una corona de espinas en la cabeza (Juan 19:1-2). Además, su discípulo más cercano, Pedro, le negó públicamente tres veces (Lucas 22:54-62). Jesús soportó cada uno de estos sufrimientos antes de someterse finalmente a la agonía de Su crucifixión.
La razón por la que estos sufrimientos son importantes es porque son los sufrimientos que merecemos, sin embargo, Jesús los soportó por nosotros. Isaías 53:5 dice: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados". Con Su sufrimiento y muerte, podemos reconciliarnos con Dios (2 Corintios 5:18-21). Hebreos 10:10 dice: "En esa voluntad [De Dios] somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre". Si dedicamos tiempo a meditar en estas grandes verdades, ya sea paseando por las calles de Jerusalén o leyendo las Escrituras dentro de nuestra propia casa, podremos tener una mayor conciencia de nuestra dependencia de la obra de Jesús en la cruz y un sentido de gratitud por la provisión de Dios.
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