¿Qué es la Trinidad ontológica?

La ontología es la rama de la metafísica que se ocupa de la naturaleza del ser y de establecer conexiones entre los distintos componentes de un mismo campo. Por lo tanto, cuando se habla de la Trinidad ontológica, que a veces se llama "Trinidad inmanente", es una manera formal de referirse al componente específico de la Trinidad que pertenece a la naturaleza de Dios. Es un intento de describir cómo es Dios.

Cada persona de la Trinidad -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- es igual en naturaleza y cualidades. De acuerdo con las enseñanzas sobre la Trinidad ontológica, cada una de estas tres Personas comparte las mismas capacidades, poder, sabiduría, fuerza, importancia y gloria como las demás. Otro nombre para la Trinidad ontológica es el de "Trinidad esencial", que con frecuencia se menciona junto a la "Trinidad económica". La Trinidad económica tiene un enfoque diferente al de la Trinidad ontológica. Mientras que la Trinidad ontológica se centra en quién es Dios, la Trinidad económica se enfoca en las acciones de Dios, por ejemplo, la función de cada persona de la Trinidad en la creación, la salvación y la santificación.

La Trinidad ontológica es una parte de la doctrina estándar dentro del cristianismo y es fundamental para la creencia cristiana, ya que afirma la igualdad de la naturaleza de cada Persona de la Divinidad. Las Personas de la Trinidad comparten la misma naturaleza, porque todas son Dios. Deuteronomio 6:4 dice: "Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es". Jesús afirma esto en Juan 10:30 cuando dice que Él y el Padre son uno, es decir, de una sola naturaleza. En todos los Evangelios vemos la naturaleza homogénea y la coexistencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 28:19; Lucas 3:21-22; Juan 1:1). Incluso ahora, las tres Personas de la Trinidad ontológica utilizan su naturaleza homogénea para hablarnos, recordándonos que si estamos en Jesucristo, somos hijos de Dios: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Gálatas 4:6).