¿Es el Sudario de Turín realmente la sábana en la que se enterró a Jesús?

A Jesús lo bajaron de la cruz en una sábana, según Mateo, Marcos y Lucas (Mateo 27:59; Marcos 15:46; Lucas 23:53). Más de 1.300 años después, se "encontró" un sudario que se cree que es la sábana en la que se enterró a Jesús. Actualmente se encuentra en Turín (Italia) y se conoce como el Sudario de Turín.

El Sudario de Turín muestra marcas que indican que quien fue enterrado en él había sido crucificado (marcas en las manos y los pies que concuerdan con las heridas de la crucifixión). También hay marcas alrededor de la cabeza, la espalda y las piernas que corresponden a las torturas. Lo que los Evangelios describen como los golpes que Jesús sufrió antes y durante su muerte en la cruz coinciden con estas marcas.

Algunos creen que el Sudario de Turín es realmente la sábana en la que Jesús fue enterrado, mientras que otros afirman que se trata de una obra de arte o de un engaño. Algunas pruebas demuestran que el Sudario de Turín data del siglo X a.C., mientras que otras revelan la presencia de esporas de polen comunes en Israel que se remontan al siglo I de nuestra era.

La descripción bíblica de lo que le ocurrió a Jesús después de morir en la cruz no es muy clara con respecto al Sudario. La sábana que se utilizó sobre el cuerpo de Jesús cuando lo bajaron de la cruz, como ya hemos mencionado, era una pieza entera de lino. Cuando el cuerpo llegó a la tumba de José de Arimatea, lo más probable es que hubiera sido lavado y envuelto de nuevo. Lucas 24:12 y Juan 20:5-7 se traducen a veces como "lienzos" y a veces como "telas de lino". Sabemos que había al menos dos pedazos de lino: uno para la cabeza de Jesús y al menos uno para su cuerpo. El Sudario de Turín es de una sola pieza y muestra las heridas desde la cabeza hasta los pies. Estos hechos parecen desmentir la idea de que el Sudario de Turín sea la sábana en la que se enterró a Jesús.

Así pues, ¿cómo deberíamos interpretar el Sudario de Turín? Podría haber sido la mortaja de un crucificado, pero lo más probable es que no esté relacionada con Jesús. Por su naturaleza dudosa, no podemos recurrir a ella para probar la resurrección de Jesús. Incluso si fuera de Jesús, no es algo a lo que se deba adorar. Nuestra fe en la muerte y resurrección de Jesús no se basa en ninguna prueba física, sino en los relatos de los testigos oculares y en la Palabra de Dios. Y nuestra adoración está reservada sólo para Dios.