¿Qué deberíamos aprender del relato de Pedro caminando sobre las aguas?
Tres de los Evangelios registran a Jesús caminando sobre las aguas (Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-53; Juan 6:15-21). Esto ocurrió después de haber alimentado a la multitud de 5.000 hombres, además de mujeres y niños. Jesús envió a los discípulos delante de Él mientras iba a orar. Después se acercó a la barca caminando sobre las aguas. Los tres relatos registran que los discípulos tuvieron miedo cuando vieron a Jesús y Él les dice quién es para que no tengan miedo. Mateo y Marcos agregan que cuando vieron a Jesús caminando hacia ellos sobre el agua, pensaron que era un fantasma. Fantasma, como se usa aquí, no significa necesariamente lo que la palabra significa hoy, es decir, el espíritu de un ser humano muerto. La palabra griega es phantasma que podría traducirse como "una aparición fantasmal". Los discípulos pensaron que Jesús era una especie de ser espiritual que se les acercaba, y eso les asustó. Sólo Mateo menciona que Pedro le pidió a Jesús que "demostrara" que era Él, permitiéndole caminar hacia Él. A continuación, incluimos el relato de Mateo. "En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios" (Mateo 14:22-33).
Podemos aprender varias cosas de este relato. La primera lección tiene que ver realmente con quién es Jesús. El hecho de que Jesús se acerque a los discípulos caminando sobre las aguas es una demostración de Su deidad. Esto demuestra que Él tiene poder sobre las leyes de la naturaleza. No sólo caminó sobre las aguas, sino que recorrió un "largo camino" sobre un mar embravecido hasta llegar a una barca que estaba en medio de una tormenta, azotada por el viento y las olas. Juan dice que los discípulos habían remado cuatro o siete kilómetros. El mar aquí es el Mar de Galilea, que en realidad es un gran lago. Tiene aproximadamente unos 21 kilómetros de largo y 13 de ancho, y está sujeto a condiciones meteorológicas adversas. Es lo suficientemente grande como para poner en peligro la vida de los pescadores en una barca con mal tiempo. Cuando Jesús subió a la barca, cesaron los vientos. Los discípulos comprendieron esta demostración de quién es Jesús, como se dice en Mateo 14:33: "Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios".
La segunda lección que sobresale en el texto tiene que ver con la fe. Cuando Jesús dice a los discípulos que no teman, Pedro pide que Jesús "demuestre" que realmente es Él permitiendo que Pedro camine también sobre las aguas. Quizá se trataba de una prueba real, o quizá Pedro sólo quería vivir también la experiencia de caminar sobre las aguas. Como pescador de toda la vida que había pasado mucho tiempo en el mar, caminar sobre las aguas habría sido sin duda la experiencia más maravillosa de su vida. Jesús no se opone ni reprende a Pedro por lanzar este desafío. De hecho, Jesús se limita a decir "ven".
Pedro sale de la barca y camina sobre las aguas para encontrarse con Jesús. Al principio todo iba bien, pero entonces Pedro empezó a fijar su atención en el peligro que le rodeaba, y empezó a hundirse. La conclusión es que, al perder su enfoque en Jesús, perdió también la capacidad para caminar sobre las aguas. Independientemente de que Pedro supiera nadar o no, el mar estaba lo suficientemente agitado como para que temiera por su vida. Aunque Pedro estuvo enfocado en las cosas equivocadas por un corto tiempo, instintivamente supo que hacer. Gritó: "Señor, sálvame". En ese momento, "Jesús, extendiendo la mano, asió de él" (Mateo 14:31). Luego Jesús le preguntó por qué dudaba.
En muy poco tiempo, Pedro demostró la forma en que quizá la mayoría de los cristianos suelen responder al miedo y a la incertidumbre. Primero, tienen miedo. Luego, sienten que Dios está allí cuidando de ellos, y por eso se atreven a dar un paso de fe. Luego, a medida que avanzan en la prueba, empiezan a dejar de centrarse en el Señor y se centran en los peligros que les rodean, y comienzan a sentirse abrumados. Después, vuelven a enfocarse en el Señor y claman pidiendo ayuda. Esta es una demostración de la naturaleza voluble de nuestra fe y de la necesidad de volver continuamente al Señor en busca de ayuda. La vida cristiana es un proceso paso a paso que requiere que nos centremos en Cristo. Si empezamos a mirar a nuestro alrededor y a distraernos con cosas mundanas, caeremos. Y con frecuencia, pasar de una fe firme a una duda abrumadora no lleva mucho tiempo, a veces es cuestión de segundos. Pero al final, Jesús siempre está ahí.
Pedro se hundió, pero fue el único discípulo que tuvo el valor de salir de la barca. Y cuando empezó a hundirse, supo a quién llamar. Por eso, la fe de Pedro, por imperfecta que fuera, es un buen ejemplo para nosotros, por imperfectos que seamos.
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