El Juicio del Gran Trono Blanco - ¿Qué es?

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En resumen:

El juicio del gran trono blanco es el juicio final en el que quienes no se encuentran en el Libro de la Vida son arrojados al lago de fuego, mientras que los creyentes son salvos por el sacrificio de Cristo. La realidad de este juicio debe motivar a la urgencia de compartir el evangelio, sabiendo que los destinos eternos están en juego.

Del Antiguo Testamento

  • Aunque el texto principal sobre el juicio del gran trono blanco aparece en Apocalipsis 20, el profeta Daniel también escribió sobre este momento en una visión que tuvo cientos de años antes: “Mientras yo miraba, se colocaron tronos, y un Anciano de Días se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de Su cabeza como lana limpia; Su trono, llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de Él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Daniel 7:9-10).

Del Nuevo Testamento

  • En el libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento, el apóstol Juan recibe visiones que explican lo que ocurrirá en el futuro. Una de estas visiones, registrada en Apocalipsis 20, se refiere a un juicio que tendrá lugar después de la segunda venida de Cristo.
  • Tras el regreso de Jesús, el diablo será encarcelado durante mil años, tiempo durante el cual Cristo reinará sobre la tierra (periodo conocido como el reinado milenario de Cristo; cf. Apocalipsis 20:1-6). Una vez transcurridos los mil años, Satanás será liberado, la última rebelión humana contra Dios será sofocada, y Satanás será arrojado para siempre a lo que la Biblia llama el lago de fuego (Apocalipsis 20:7-10).
  • Apocalipsis 20:11-15 describe lo que sucederá después, conocido comúnmente como el juicio del gran trono blanco. Durante este juicio, los muertos son resucitados y juzgados según sus obras, específicamente si confiaron o no en Jesús para el perdón de los pecados. Quienes no tengan sus nombres en el Libro de la Vida serán arrojados al lago de fuego, que es la segunda muerte.
  • Según las Escrituras, el Libro de la Vida contiene los nombres de todos los que han confiado en Dios para su salvación y han sido librados de Su juicio. Pablo menciona el Libro de la Vida en una de sus epístolas: “En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses 4:3).
  • La Biblia deja claro que ninguna persona pasará la eternidad con Dios por sus propias obras, y que solo la gracia de Dios, recibida por medio de la fe en Cristo, salva a una persona (Efesios 2:8-9). Juan registra que quienes no se encuentran en el Libro de la Vida (es decir, aquellos fuera de Cristo) son arrojados al lago de fuego con base en sus obras (Apocalipsis 20:13, 15). Las obras de una persona no pueden salvarla, pero sí pueden condenarla.
  • Los creyentes en Cristo escapan del juicio del gran trono blanco porque sus deudas y transgresiones han sido pagadas por Él. Pablo menciona este hecho: “Y a ustedes, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de su carne, les dio vida juntamente con él, perdonándoles todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:13-14).
  • El Apocalipsis presenta a Jesús como juez de todos los vivos y los muertos, un papel que Él mismo predijo durante Su ministerio terrenal: “Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo” (Juan 5:22). Este es el juicio final de Dios sobre la humanidad. Después de este acontecimiento, no volverá a haber otro juicio, y Dios no tendrá que actuar nunca más como juez.

Implicaciones para hoy

En última instancia, el juicio del gran trono blanco confirma que la justicia de Dios se cumplirá y que, fuera de Cristo, esa justicia será aterradora, segura y definitiva. Hace cientos de años, el filósofo prusiano Immanuel Kant se preguntó: “¿Qué haría falta para que la ética tuviera verdadero sentido?”. Para que la humanidad tenga una ética verdadera y para que la ética tenga sentido, Kant dijo que debe haber una verdadera justicia. Razonó que si la gente buena sufre y los injustos prosperan, no hay ninguna razón práctica para ser ético; en otras palabras, el crimen sí paga. Pero Kant planteó entonces otra pregunta: “¿Qué hace falta para que la justicia sea verdaderamente real?”. Observó que en este mundo la justicia no siempre prevalece, por lo que, para que la justicia sea real, debe haber vida después de la muerte donde se imparta la verdadera. Kant razonó que eso significaba que debía haber un juicio en la otra vida para todos los que han vivido. Y, según él, ese juicio debe ser perfecto. Pero para que ese juicio sea perfecto, continuó Kant, debe haber un juez perfecto, uno que conozca todos los hechos de cada caso, lo que significa que el juez debe poseer todo el conocimiento para que ningún hecho escape a Su conciencia. Sin embargo, eso todavía no es suficiente. Kant señaló que un juez puede conocer todos los hechos de un caso, pero si es corrupto, puede que no se haga justicia. Por lo tanto, el juez también debe ser justo. Con todo, eso tampoco es suficiente. El juez que todo lo sabe y es justo, dijo Kant, también debe estar en una posición en la que ninguna fuerza pueda oponerse a Su acción y fallo. Debe tener un poder ilimitado y nada debe poder resistirse a Él, para que pueda garantizar que se haga justicia. Aunque Kant no creía que la Biblia fuera la Palabra revelada de Dios, describió un juicio que tiene lugar después de que la vida en este mundo termine y que tiene un Juez omnipotente, omnisciente, justo, perfecto y santo que examina la vida de cada persona y asegura que finalmente se haga justicia. Sin saberlo, Kant describió perfectamente el juicio del gran trono blanco del Apocalipsis. Es importante señalar que la primera doctrina de Dios que se negó fue el juicio. Cuando Eva recitó la advertencia de Dios sobre el resultado de su desobediencia, Satanás negó lo que Dios había dicho. Satanás le dijo: “No morirán” (Génesis 3:4). Pero esa mentira resultó en la desobediencia de la primera pareja, el juicio de Dios sobre Adán y Eva, y la introducción del pecado en la raza humana. A menos que una persona ponga su fe en Cristo, se presentará ante Jesús en Su gran trono blanco y será juzgada indigna de pasar la eternidad con Dios. Hablando hace dos mil años a un grupo de filósofos incrédulos en la colina de Marte en Atenas, Pablo dijo: “...porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de entre los muertos” (Hechos 17:31). Si aún no has recibido a Cristo como tu Salvador y Señor, ora a Él ahora, pídele perdón y escapa del juicio seguro que vendrá.

Comprende

  • El juicio del gran trono blanco es donde los incrédulos serán juzgados por rechazar a Cristo.
  • La salvación es solo por fe, no por obras, y este es el único factor determinante en el juicio.
  • La realidad de este juicio impulsa a los cristianos a compartir el evangelio con urgencia, sabiendo lo que está en juego para los demás.

Reflexiona

  • ¿Qué seguridad tienes de lo que te sucederá en el juicio del gran trono blanco?
  • ¿Cómo afecta la realidad de este juicio tu urgencia de compartir el evangelio con otros?
  • ¿Cómo influye en tu relación con Dios el hecho de que la salvación es solo por la fe y no por las obras?

Ponlo en práctica

  • ¿Qué nos enseña el juicio del gran trono blanco sobre la importancia de la justicia de Dios y la naturaleza definitiva de Su juicio?
  • ¿Cómo puedes animar a otros a vivir con un mayor sentido de urgencia para difundir el mensaje de salvación?
  • ¿De qué manera el comprender que Jesús es el Juez perfecto, omnisciente y justo determina la forma en que ves Su papel en tu vida y en el mundo?