Al morir Jesús en la cruz, ¿murió Dios?

Las Escrituras describen claramente que Jesús murió y fue enterrado (Mateo 27:50-61; Marcos 15:37-47; Lucas 23:44-55; Juan 19:30-42). Como Jesús es la encarnación total de Dios, completamente Dios y completamente hombre (un concepto que se conoce como la unión hipostática), esto nos lleva a utilizar una terminología que podría suponer que Dios mismo murió, lo que resulta un interrogante de primer orden. Hasta el anuncio de Nietzsche de que "Dios ha muerto" no era literal, sino una declaración de un cambio en el pensamiento intelectual que ya no reconocía a Dios. Desde el cristiano más devoto hasta el deísta que cree que Dios no interviene en el mundo, pasando por el propio ateísmo, todo el mundo entiende que el concepto de un ser todopoderoso, presente en todas partes y que lo sabe todo (es decir, omnipotente, omnipresente y omnisciente) implicaría la imposibilidad de que ese ser deje de existir.

Es en el verbo particular "dejar de existir" donde podemos encontrar la respuesta a nuestro enigma. Todos los seres humanos en algún momento experimentarán la descomposición de sus cuerpos hasta el punto de la "muerte" corporal. Sin embargo, este no es el fin de nuestra existencia -o la de Jesús-. Somos algo más que un organismo basado en el carbono, y aunque Dios ha diseñado nuestros cuerpos para que sean parte integral de nuestra existencia, no los define. Nuestras almas continúan después de que nuestros cuerpos mueran, e incluso serán reemplazadas por cuerpos glorificados en el rapto, cuando "los muertos en Cristo resucitarán primero" (1 Tesalonicenses 4:16). La muerte de Jesús no fue diferente a la nuestra, con la excepción de que Su alma -o la parte inmaterial de Él- era al mismo tiempo la parte inmaterial del ser humano y de Dios mismo. Esa parte de Él continuó y fue resucitada, al igual que nosotros, en un cuerpo glorificado.

Entonces, ¿murió Dios? Uno de los miembros de la Trinidad experimentó la muerte de Su cuerpo, pero no dejó de existir como tal. Jesús sigue existiendo en un cuerpo humano glorificado, y lo hará por toda la eternidad.