¿Qué significa que Dios es luz?

La frase "Dios es luz" aparece en 1 Juan 1:5, donde el apóstol Juan está explicando que el mensaje que tenemos de Jesucristo es que Dios es luz y no hay tinieblas en Él. La luz es la naturaleza y el carácter de Dios. Él no es una luz o una clase de luz; Él es la luz misma. Toda la luz proviene de Él. Al principio de los tiempos, Él creó la luz para disipar las tinieblas y el caos que había en toda la tierra (Génesis 1:1-5). Luego creó las lumbreras del cielo, el sol, la luna y las estrellas (Génesis 1:14-16). Siendo la luz misma y la fuente de la luz, sólo tuvo que hablar para que surgiera la luz.

Las tinieblas representan todo lo que es anti-Dios: los malvados (Proverbios 2:13), el juicio (Éxodo 10:21) y la muerte (Salmo 88:12). La luz que es Dios es lo opuesto a la oscuridad la cual es el mal. La luz de Dios es Su santidad, justicia y bondad, que contrasta con las tinieblas del mal y del pecado. La luz es parte de la esencia de Dios. Él es totalmente, sin reservas, y absolutamente santo, sin pecado, sin mancha de iniquidad, y sin ningún indicio de injusticia.

En todo el Antiguo Testamento la luz se relaciona normalmente con Dios y Su palabra (Salmo 119:105), con la salvación (Isaías 9:2), con la bondad (Génesis 1:4), con la verdad (Salmo 43:3), con Sus mandamientos (Proverbios 6:23) y con la vida (Salmo 56:13). En el Salmo 27:1 David declara que Dios es su luz y su salvación. Dios fue la luz que guió y condujo a David en tiempos oscuros y difíciles de persecución. Las tinieblas son el emblema de la angustia, los problemas, la perplejidad y la tristeza. La luz es lo contrario a todo esto. A David, Dios le proporcionó tal luz que le llenó de confianza y disipó sus temores.

El Nuevo Testamento retoma estos temas, describiendo la santidad de Dios de diferentes maneras. Dios "habita en una luz inaccesible" (1 Timoteo 6:16); es el "Padre de las luces" (Santiago 1:17). La afirmación de Juan "Dios es luz" es un tema habitual en sus escritos, especialmente en lo que se refiere a Jesucristo. La luz de Dios se revela en Cristo, cuya luz de amor brilla en las vidas oscurecidas por el pecado (1 Juan 1:5-7). Jesús declara que es la "luz del mundo" (Juan 8:12; 9:5). Juan describe a Jesús, el Verbo encarnado, como la persona que vino al mundo para ser la "luz de los hombres" y "la luz verdadera que alumbra a todos" (Juan 1:1-9). Jesús vino como la luz del mundo, rompiendo el poder de las tinieblas del pecado mediante Su sangre derramada y Su muerte en la cruz.

Jesús también describe a Sus discípulos como luz y portadores de luz (Mateo 5:14-16), instando a los creyentes a que dejen que su luz brille de tal manera ante el mundo que vean a Dios en ellos y lo glorifiquen. Pablo repite ese tema, indicando a los creyentes de Asia Menor y Macedonia que sus vidas son una luz brillante de testimonio para el mundo que les rodea (Efesios 5:8). Todos los creyentes tienen el privilegio de transmitir la luz divina que han recibido. Jesús dijo a Sus discípulos que la luz que recibían en la oscuridad, es decir, Sus revelaciones personales a través de parábolas y expresiones desconocidas, la dirían un día en la luz y gritarían desde las azoteas (Mateo 10:27). Todos los que han entrado en la luz de Dios a través de Cristo tienen la responsabilidad de resplandecer como "luminares en el mundo" con la luz de Dios mismo a una "generación maligna y perversa" de personas que viven en la oscuridad (Filipenses 2:15). Puesto que Dios es luz, los que le pertenecen deben hacer brillar su luz, asemejándose cada día más a Cristo. "Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas" (1 Tesalonicenses 5:5). Que Dios sea luz significa que crea una luz espiritual con la que Sus hijos pueden ver la verdad. Sin Su iluminación, caminaríamos en las tinieblas como lo hace el mundo (2 Corintios 2:14). Caminar en la luz significa conocer a Dios, buscar Su sabiduría, entender Su verdad y vivir en la luz de Su justicia.