¿Qué significa que Dios es bueno?

Dios mismo es el estándar y la medida de lo que es bueno: "Ninguno hay bueno, sino solo Dios" (Lucas 18:19). Todo lo que hay en Dios es bueno: "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él" (1 Juan 1:5). La naturaleza de Dios es buena y no puede hacer nada que contradiga lo que Él es. Dios es bueno y todo lo que hace es bueno (Salmo 119:68). Él es santo, verdadero y fiel en todos Sus caminos, y desea hacer que todas las cosas obren para bien (ver Génesis 50:20; Romanos 8:28).

Cuando Dios creó el universo, cada una de las partes que creó era buena (Génesis 1:4-31; 1 Timoteo 4:4). No creó el mal, porque el mal es la ausencia de todo lo que es bueno. Dios no es tentado a pecar, ni nos tienta para pecar (Santiago 1:13). A los israelitas Dios les dio la ley y fue buena (Romanos 7:12). Lo único bueno que tenemos en este mundo es un regalo de Dios: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto" (Santiago 1:17).

El Señor es bueno con nosotros (Salmo 107:1; 145:9). Nos perdona (Salmo 86:5); nos sana (Salmo 30:2; 107:19-21); nos sostiene en los momentos difíciles (Isaías 41:10). Él es fiel y amoroso: "Porque el Señor es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones" (Salmo 100:5).

Nuestra actitud a la bondad de Dios debería ser de agradecimiento (1 Crónicas 16:34), aunque nuestra inclinación humana natural es vivir para nosotros mismos, olvidando la bondad de Dios (Salmo 78:11) y amando la oscuridad y el mal (Juan 3:19). El pináculo de la bondad de Dios está en Su plan perfecto para nuestra redención a través de Jesucristo. Al evangelio se le conoce como "buenas nuevas" porque cuenta la historia de Dios enviando a Su Hijo para ofrecernos el perdón eterno de nuestros pecados. Es la bondad de Dios la que nos lleva al arrepentimiento: "La bondad de Dios tiene como objetivo llevarnos al arrepentimiento" (Romanos 2:4). Él desea que "todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9).

A medida que caminemos con Dios comenzaremos a ver Su bondad obrando en nuestras vidas, pues la bondad es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Mientras continuamos buscándolo, Él seguirá revelándonos más de Su bondad (Lamentaciones 3:25). Una vez que hayamos probado y visto la bondad de Dios por nosotros mismos, nada más nos saciará (Salmo 34:8).