¿Cómo puedo sacarme de la cabeza la idea de que Dios está enfadado?

Algunas personas piensan que Dios es un matón, un muchachón en un hormiguero que se ríe mientras alumbra con su lupa a los insectos. Pues bien, éste no es el Dios de la biblia. A veces miramos las historias de Dios en el Antiguo Testamento y creemos que es vengativo y que está enojado. Pensamos en Él como un capataz que busca cualquier mínimo error, alguien que impone reglas y exige una obediencia incuestionable. Pensamos que Dios quiere atraparnos en el pecado. Sí, Dios es justo, y Su ira es justa. ¿Confiaríamos en Él si no fuera justo? Dios es un Dios de orden y verdad absoluta. Sin embargo, no es la bestia que en ocasiones creemos que es. Él es amor y es bueno. Así que, ¿cómo podemos sanar nuestra imagen de Dios?

Se dice que la mejor manera de reconocer un producto falso es conocer bien el verdadero. La mejor manera de librar nuestra mente de ideas falsas de Dios es llenarla con representaciones exactas. Y la mejor manera de conocer el carácter de Dios es leer la Biblia.

En la Biblia, aprendemos sobre un Dios que deseaba crearnos. Vemos a un Dios que dio vida a toda la creación y formó a la humanidad a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-28) con el mismo aliento de Sus labios (Génesis 2:7). Este mismo Dios ofreció compañerismo (Génesis 2:18-22) y propósito (Génesis 1:28-30). Cuando el hombre pecó, este Dios proveyó sacrificio y protección (Génesis 1:21-24). Luego, Dios comenzó a desplegar Su plan de restauración. Dios sabía que la humanidad pecaría, pero aun así decidió crear. Sabía el precio y el plan de redención antes de crear cualquier cosa. No obstante, eligió crearnos, pagar el precio para que pudiéramos tener comunión con Él. Este es un Dios de amor.

Dios instituyó reglas, y hay consecuencias por quebrantar las leyes de Dios. Con todo, esas consecuencias están destinadas a enseñarnos lo que es bueno para nosotros. Las leyes de Dios no son arbitrarias ni se hicieron para que Él estuviera al mando (Él creó el mundo; Él no tiene un problema de ego ni necesita nuestra obediencia para sentirse bien consigo mismo). Los caminos de Dios no son nuestros caminos (Isaías 55:8-9), pero son mucho mejores para nosotros. El Creador conoce Su creación y sabe lo que necesitamos.

Dios también es un Dios de misericordia y gracia. Jonás, en medio de su desobediencia, declara que Dios es "bondadoso y compasivo... lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes" (Jonás 4:2 NVI). De hecho, la razón por la que Jonás no quería predicar a los ninivitas era porque sabía que Dios no se enoja ni se impone. Jonás no creía que el pueblo mereciera la gracia, y sabía que Dios estaría dispuesto a perdonar.

También vemos a Dios siendo profundamente personal y afectuoso. ¿Qué podría ser más personal que los Salmos? David y los demás salmistas descubrieron que Dios los aceptaba cuando derramaban sus corazones ante Él. A veces se preguntaban dónde estaba Dios en medio de sus dificultades, pero nunca dejaban de encontrar motivos para la alabanza.

Dios es un Dios que habla a Su pueblo. Los libros de los profetas muestran muchas de las revelaciones de Dios a Su pueblo. Él quiere y desea que nosotros le conozcamos. Eso no es lo que desearía un Dios imponente o enfadado.

En el Nuevo Testamento, vemos a este Dios de amor con mayor claridad. Observamos cómo el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento se cumple en última instancia en Cristo. Vemos el amor en su máxima expresión: Jesús muriendo por nosotros. Aprendemos que Dios está dispuesto a sacrificarse para ganarnos. Comprendemos que recibimos vida abundante (Juan 10:10), que somos hijos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17), y que Cristo desea profundamente estar con nosotros (Juan 17:24).

"Dios es amor" (1 Juan 4:8). No se enoja ni es impositivo con nadie más que con los que rechazan obstinadamente a Cristo. Él está deseoso de relacionarse con nosotros (celoso) y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para restaurar nuestra relación correcta con Él. Estos son sólo algunos ejemplos de la bondad del carácter de Dios. La Biblia contiene muchos más.