La Biblia muestra que las personas son, por naturaleza, seres relacionales. Jesús llama a sus seguidores “amigos” (Juan 15:15) y nos invita a relacionarnos con Él (Apocalipsis 3:20). De hecho, Jesús indica que permanecer en Dios lleva a amar a los demás (Juan 15:1-17). Las Escrituras enseñan que estamos destinados a vivir en comunidad. Dios vio que no era bueno que Adán estuviera solo e hizo a Eva como compañera (Génesis 2:18-25). En Cristo, nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1:12). Jesús oró para que Sus seguidores fueran uno (Juan 17). Los mandamientos más importantes son amar a Dios y amar a los demás (Mateo 22:34-40). Jesús dijo que Sus seguidores serían conocidos por su amor mutuo (Juan 13:34-35). La Biblia enseña que los cristianos son miembros de una familia espiritual, a la que se refiere como un solo cuerpo (1 Corintios 12:12-31) y como hermanos y hermanas en Cristo (1 Juan 3:1-3; Romanos 8:15-17; Lucas 8:21). La vida cristiana se vive más plenamente en relación con otros creyentes.
La vida sería fácil si no fuera por los demás; al menos eso pensamos a veces. Como el tío que comenta sobre tu aumento de peso en las reuniones familiares, algunas personas no nos motivan a estar cerca de ellas. Pero Dios nunca quiso que fuéramos cristianos solitarios. Cuando aceptamos a Cristo como Señor, nos unimos a una familia de creyentes (Lucas 8:20-21). En lugar de ver la comunión con nuestros hermanos y hermanas en Cristo como una obligación, deberíamos considerarla como uno de los dones más preciados de Dios. Además, el Señor a menudo utiliza nuestras relaciones para santificarnos, ya sea ayudándonos a aprender el perdón y la humildad, o exponiéndonos a ejemplos positivos. Servir y amar bien solo es posible dentro de las relaciones. Otros cristianos pueden ayudarnos a desarrollar conocimiento y perspectiva sobre Dios, a mantenernos responsables y a animarnos. Como cristianos, somos miembros de una familia espiritual. En cierto sentido, somos un regalo los unos para los otros. La vida cristiana se vive más plenamente en relación con otros creyentes.