¿Qué dice la Biblia?
Dios es nuestro Creador y se preocupa por nuestro cuerpo. Al ser obra Suya, debemos cuidar el cuerpo que Él nos ha dado. El hecho de que Jesús viniera a la Tierra en un cuerpo físico también demuestra el valor que Dios le da a nuestra existencia corporal. En el Nuevo Testamento, Pablo recuerda a los creyentes que sus cuerpos provienen de Dios, por lo que deben ser tratados con honor. Nuestros cuerpos son descritos como el templo del Espíritu Santo; por lo tanto, si no los cuidamos, estamos descuidando el templo de Dios. El ejercicio, junto con otros hábitos saludables, es parte de este cuidado. La perspectiva bíblica sobre la salud física siempre la equilibra con la salud espiritual. Se nos recuerda que, aunque nuestros cuerpos son importantes y debemos cuidarlos, no son eternos. Nuestros espíritus, en cambio, sí lo son. Por lo tanto, la salud espiritual no debe ser sacrificada por una obsesión con la buena forma física o una apariencia perfecta; ambas deben estar en equilibrio para nuestro bienestar integral.