¿Cuál era el propósito de los sacrificios de animales en el Antiguo Testamento?

Los sacrificios de animales del Antiguo Testamento se usaban para ofrecer expiación por los pecados y prefiguraban el sacrificio completo y perfecto de la sangre de Jesús en la cruz para expiar los pecados. Los sacrificios de animales prevalecieron durante todo el período de tiempo del Antiguo Testamento y todavía se practicaban en el templo a principios del período de tiempo del Nuevo Testamento.

Dios realizó el primer sacrificio de animales cuando vistió a Adán y Eva con pieles de animales en Génesis 3:21. Luego en Génesis 4 Dios aceptó la ofrenda que Abel hizo de un animal.

Tanto Noé como Abraham ofrecerían sacrificios de animales al Señor antes de la Ley de Moisés. En tiempos de Moisés, se requería el sacrificio de un cordero de Pascua sin mancha durante la noche en que Dios enviaba la muerte sobre los primogénitos varones de Egipto. Los que obedecían se salvaban de esta plaga y eran liberados de la esclavitud.

Durante los 40 años en el desierto se desarrollaría la Ley Mosaica, la cual incluía la Pascua y muchos otros sacrificios de animales. Hebreos 9:22 explica: "Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión". Las instrucciones para los sacrificios incluían muchos detalles para garantizar que únicamente se sacrificaba un animal aceptable en un lugar y un método aceptables y, normalmente, por medio de un sacerdote en presencia del Señor. Los reglamentos eran muy específicos porque el sistema de sacrificios prefiguraba el sacrificio final de Jesús, quien estaba completamente libre de pecado y a través del cual podemos ser purificados ante Dios.

Con la venida de Jesús como Mesías, Él cumplió la Ley (Mateo 5:17), haciendo que la práctica anterior del sacrificio de animales quedara obsoleta. Aunque la Ley se considera buena, la salvación sólo se obtiene por medio de Jesucristo (Juan 3:16; Hechos 4:12). Ningún acto o sacrificio humano puede proporcionar la salvación; lo más importante es la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9).

Juan el Bautista fue el primero en anunciar este cambio de pacto cuando Dios le reveló a Jesús como el Mesías. Dijo: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Jesús es el definitivo cordero del sacrificio. En Segunda de Corintios 5:21 se nos dice: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él".

Hebreos 7:27 nos ayuda a explicar por qué ya no son necesarios estos sacrificios hoy en día: "[Jesús] no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo". Jesús pagó el precio y fue el único sustituto de nuestros pecados. Ya no hay necesidad de buscar la expiación o el perdón por otros medios.

Finalmente, Hebreos 8:6-7 afirma que el sistema de sacrificios de animales era incompleto, pues requería ofrecer sacrificios repetidamente. Por el contrario, "ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo". Los sacrificios de animales proveyeron una imagen y una protección temporal para lo que Jesús logró en la cruz.



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