¿Qué tan alto era Jesús?

La Biblia no dice cuánto medía Jesús ni nos da ninguna información específica sobre su apariencia. Las únicas personas de las que la Biblia menciona su estatura son Saúl (1 Samuel 9:2), Goliat (1 Samuel 17:4) y Zaqueo (Lucas 19:3). El único versículo que menciona la apariencia física de Jesús es Isaías 53:2, que dice: "no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos". Lo que podemos concluir de esto es que en términos generales Jesús era una persona de aspecto normal.

Los antropólogos que han estudiado las culturas antiguas han podido aproximarse a la estatura media de la gente del mundo antiguo. Por supuesto, hay opiniones encontradas, pero muchos calculan que la estatura media de los varones judíos del siglo I que vivían en Israel era de 155 cm. Teniendo en cuenta estos datos, es probable que Jesús midiera entre 152 cm y 160 cm. En la actualidad, la estatura media de los hombres del Oriente Medio oscila entre 165 cm y 177 cm. En todo el mundo, la media oscila entre 158 cm y 184 cm, con variaciones según el país. Por lo tanto, desde una perspectiva moderna, la estatura de Jesús podría parecer baja. Pero, una vez más, Él era de apariencia promedio, ni muy alto ni muy bajo para su época.

Sabiendo quién es Jesús, y basándonos en muchas representaciones artísticas de Él, es natural que nos lo imaginemos excepcionalmente alto o guapo. Todos tendemos a equiparar el aspecto físico con las características personales. Imaginamos que nuestros héroes son físicamente imponentes y atractivos. Jesús, siendo Dios encarnado y nuestro único Salvador, es, por supuesto, mucho más que un héroe. Es nuestro Señor y digno de toda nuestra alabanza (Filipenses 2:1-11; Colosenses 1:15-20). Sólo gracias a Él y mediante la fe en Él podemos tener salvación (Efesios 2:1-10). Conociendo Su preeminencia, es normal que queramos pensar que Jesús es físicamente superior e imponente. Sin embargo, ese no es un pensamiento bíblicamente correcto.

Jesús no era la persona más atractiva o deslumbrante. Tenía un aspecto normal. Es el amor de Jesús lo que atrae a la gente, no la belleza física o las maravillas. Esto fue verdad para Jesús y es verdad para todos nosotros: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:35). "Porque el Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Cuando somos portadores de la imagen de Cristo en la tierra, no importa nuestro aspecto, ya que el amor de Dios es lo que brilla a través de nosotros y hace que la gente se acerque a Él.