¿Cuáles fueron algunos de los milagros de Jesús?
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
Un milagro es un acontecimiento extraordinario que supera las leyes naturales e implica acciones o resultados que van más allá de la explicación o la capacidad humanas. A lo largo de la historia de la tierra, Dios ha utilizado los milagros para captar la atención de la humanidad. Estos acontecimientos maravillosos revelan la existencia de algo más grande que no se rige por las leyes científicas de la naturaleza. Dios emplea los milagros para comunicarse con la gente y, en última instancia, guiar a Su creación hacia una relación con Él.
Jesús realizó innumerables milagros y capacitó a Sus discípulos para que también realizaran algunos. Jesús no hizo milagros para aparentar. El propósito de estas señales milagrosas era señalar a la gente la verdad de que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías. Los milagros de Jesús también satisfacían prácticamente las necesidades de la gente, mostrando la misericordia y el amor de Dios hacia Su creación. Estos dos propósitos se unen en el mayor milagro de Dios, la resurrección de Jesús, que redime la relación de Dios con Su pueblo.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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En el Antiguo Testamento, Dios realizó muchos milagros y también capacitó a varias personas para realizarlos. Algunos ejemplos notables son Moisés, que dividió el mar Rojo (Éxodo 14); Dios, que proporcionó a los israelitas maná para comer en el desierto (Éxodo 16); Sadrac, Mesac y Abed-nego, que sobrevivieron al horno de fuego (Daniel 3:8-30); y Elías, que hizo bajar fuego del cielo (1 Reyes 18:16-46).
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Muchos de los milagros de Jesús están recogidos en los Evangelios. Sin embargo, Juan nos dice que las grandes obras de Jesús fueron tan numerosas que «si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían» (Juan 21:25).
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Los milagros de Jesús demostraron Su afirmación: «Jesús le dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí”» (Juan 14:6).
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La mayoría de los milagros de Jesús tenían que ver con la curación. A medida que Jesús curaba a la gente de sus dolencias físicas, explicaba su mayor necesidad de curación espiritual. Sanó a los marginados de la sociedad, como los leprosos y los discapacitados (Mateo 11:2-5; Lucas 8:26-39, 43-48; 17:11-19). Se acercaba a los enfermos y endemoniados sin vacilar. Podía curar a la gente de cerca con un simple toque o de lejos con una simple palabra (Lucas 7:1-10). Jesús incluso resucitó a personas de entre los muertos (Lucas 7:11-17, 22; 8:52-56; Juan 11).
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A menudo, cuando Jesús curaba a la gente, señalaba que su fe le había permitido sanarles. Aunque su esfuerzo por acudir a Jesús en busca de ayuda ciertamente condujo a su curación física, parece que Jesús se refería a la curación espiritual que fue el resultado directo de que pusieran su fe en Él (Juan 3:16). Por ejemplo, dos ciegos se acercaron a Jesús y le pidieron que se apiadara de ellos. Él les preguntó: «¿Creen que puedo hacer esto?». Ellos le respondieron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Hágase en ustedes según su fe». «Y se les abrieron los ojos» (Mateo 9:28-30).
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Jesús limpió a diez leprosos de su enfermedad. Uno de los leprosos alabó a Dios y dio gracias a Jesús. Jesús dijo: «Y le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha sanado”» (Lucas 17:19).
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Quizá uno de los milagros más notables como respuesta a una demostración de fe sea el del centurión romano. El centurión tenía un criado que estaba mortalmente enfermo. Jesús dijo que vendría y sanaría al siervo, pero el centurión replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace» (Mateo 8:8-9). Jesús se maravilló de su respuesta y dijo a los que le rodeaban que nunca había visto tanta fe en todo Israel (Mateo 8:10). Luego le dijo al centurión que se fuera y su criado quedó curado en ese instante (Mateo 8:13).
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Jesús también realizó otros milagros fascinantes. Caminó sobre el agua (Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-52; Juan 6:16-21) y alimentó a cinco mil hombres, además de a un sinnúmero de mujeres y niños, con cinco panes y dos peces (Mateo 14:13-21; Marcos 6:30-44; Juan 6:1-14).
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Jesús llenó de peces las redes de Sus discípulos (Lucas 5:1-11; Juan 21:1-14) y convirtió el agua en vino (Juan 2:1-11).
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Jesús maldijo una higuera para que se marchitara (Marcos 11:12-14, 20-25) y sacó de la boca de un pez el dinero necesario para pagar los impuestos (Mateo 17:24-27).
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Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas recogen la historia de Jesús calmando una tormenta (Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25). A pesar del miedo de los discípulos, Jesús dijo inmediatamente al viento y al mar que se calmaran y la tormenta se disipó.
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El mayor milagro de Jesús fue Su resurrección de entre los muertos, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte (1 Corintios 15:3-4). Este acontecimiento cumplió profecías como Isaías 53:10-11 y validó las afirmaciones de Jesús de ser el Hijo de Dios y el Mesías (Mateo 16:21; Juan 2:19-21).
IMPLICACIONES PARA HOY
Al igual que en la antigüedad, cuando muchos presenciaban los milagros de Jesús pero se esforzaban por reconocer su significado, hoy también te encuentras con momentos de intervención divina que te llaman a una fe y una comprensión más profundas. Dios sigue obrando milagrosamente en tu vida y en el mundo que te rodea, ya sea a través de oraciones respondidas, bendiciones inesperadas o experiencias transformadoras. Estos milagros no son meras muestras de poder, sino invitaciones a reconocer la presencia y la soberanía de Dios en todos los aspectos de tu vida.
En un mundo a menudo distraído por el materialismo, la duda y el ajetreo, no debes ignorar estos signos de la gracia y el amor de Dios. Por el contrario, deberían impulsarte a buscar una relación más profunda con Él, permitiendo que Sus milagros fortalezcan tu fe, inspiren esperanza y te guíen a través de los desafíos de la vida. Así como los milagros de Jesús afirmaron Su identidad y misión, los milagros de hoy afirman el compromiso permanente de Dios con la humanidad y Su deseo de que confíes en Su verdad y camines en Su luz.
El mayor milagro de Jesús, Su resurrección, revela en última instancia el poder y el amor de Dios por ti, ofreciendo el perdón de los pecados y la vida eterna a quienes responden por fe en Él. En respuesta a este gran milagro, estás llamado a reconocer quién es Él y a confiar en Él con toda tu vida. Dios «quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad» (1 Timoteo 2:4). Este milagro puede cambiar tu vida para siempre.
COMPRENDE
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Jesús sanó a los enfermos y discapacitados, demostrando la compasión y el poder de Dios sobre las enfermedades.
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Resucitó a los muertos, incluyendo a la hija de Jairo y a Lázaro, revelando Su autoridad sobre la vida y la muerte.
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Jesús realizó hazañas sobrenaturales como caminar sobre el agua, calmar tormentas y multiplicar alimentos, revelando Su poder sobre la naturaleza.
REFLEXIONA
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¿Cómo han influido los milagros de Jesús, especialmente los de curación y restauración, en tu comprensión del carácter de Dios?
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¿De qué manera los milagros de Jesús desafían tu percepción de lo que es posible hoy a través de la fe en Dios?
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¿Cómo ha influido en tu vida el mayor milagro de Jesús, la resurrección?
PONLO EN PRÁCTICA
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Analiza la importancia de la resurrección de Jesús como Su mayor milagro. ¿Cómo determina tu comprensión de la salvación y la vida eterna?
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¿Cómo demuestran los milagros de Jesús, especialmente los relacionados con la naturaleza y la curación, Su identidad como Hijo de Dios y Mesías?
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