¿Qué relación tiene la confesión pública con la salvación (Romanos 10:9-10)?
En resumen:
Solo la gracia, por medio de la fe en Cristo, conduce a la salvación, no nuestras obras. Una confesión pública de que Cristo es el Señor es el fruto de nuestra salvación.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La identificación pública con el Señor es señal de que alguien tiene una fe salvadora (Romanos 10:9-10). Hay pasajes similares sobre este tema tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Más de una vez en el Génesis —por ejemplo, en referencia a los descendientes de Set y a Abram, más tarde conocido como Abraham— se dice que la gente invocó el nombre del Señor (Génesis 4:26; 12:8), lo que indica su fe pública en Dios. El Nuevo Testamento indica que confesar a Jesús es un signo externo de salvación, no un acto que salva por sí mismo. Las cartas de Pablo muestran que la salvación viene solo por la gracia de Dios (Romanos 3:24-28; Efesios 2:8-9; Tito 3:4-7). Romanos 10:10 dice: “porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación”. En otras palabras, la fe conduce a la salvación, no el acto de decir algo. Aun así, las Escrituras afirman que confesar a Cristo es el fruto de un verdadero creyente. Jesús le da importancia a la confesión pública de Él (Lucas 9:26). Además, para que los creyentes hagan discípulos a otros (Mateo 28:19-20), debemos confesar públicamente a Cristo. Estamos llamados a profesar nuestra confianza en Cristo como Señor, sabiendo que los sufrimientos de este mundo no se comparan con las glorias que nos esperan en la otra vida (Filipenses 3:12-16).
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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Génesis 4:26 registra el linaje de Set y su confianza en Dios: “A Set también le nació un hijo, y le puso por nombre Enós. Por ese tiempo comenzaron los hombres a invocar el nombre del SEÑOR”. El asesinato de Abel por Caín y el posterior castigo de este se registran anteriormente en ese capítulo. Hacia el final del capítulo, Eva da a luz a Set, seguido inmediatamente por el pasaje sobre invocar “el nombre del SEÑOR”. El contexto implica que el linaje de Set siguió a Dios, en contraste con los descendientes pecadores de Caín. Como en Romanos 10:9-10, invocar al Señor está vinculado a la fidelidad a Él.
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Joel 2:32 se menciona más de una vez en el Nuevo Testamento: “Y todo aquel que invoque el nombre del SEÑOR será salvo; Porque en el monte Sion y en Jerusalén habrá salvación, Como ha dicho el SEÑOR, Y entre los sobrevivientes estarán los que el SEÑOR llame”. Joel profetizó el día en que el Espíritu de Dios sería “derramado” sobre los creyentes (v. 28), y la gente se identificaría como perteneciente al Señor. Pablo cita esta promesa en Romanos 10:13.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Romanos 10:9-10 dice: “que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación”. No podemos hacer nada para merecer la salvación. Pero la confesión pública es una parte importante de la fe cristiana porque, a través de ella, los creyentes dan testimonio de su salvación.
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Lucas 9:26 presenta la opinión de Jesús sobre la confesión pública: “Porque el que se avergüence de Mí y de Mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en Su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles”. No proclamar públicamente al Señor puede indicar una falta de fe. En la mayoría de las circunstancias, revela una condición problemática del corazón. Pero esto no significa que la confesión pública salve, como lo demuestran el ladrón en la cruz (Lucas 23:43) y la fidelidad final de Pedro a pesar de haber negado a Cristo (Mateo 26:69-75; Hechos 4:29-31). Más bien, la proclamación pública de Cristo es la acción del creyente lleno del Espíritu.
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Efesios 2:8-9 muestra que ninguna acción, aparte de la fe, conduce a la salvación: “Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Somos salvos por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo, independientemente de cualquier obra, ya sea la confesión, el bautismo u otras buenas obras.
IMPLICACIONES PARA HOY
¿Le has hablado hoy a alguien de Jesús? En muchos países, los creyentes tienen la libertad de hablar a otros de la esperanza que tenemos en Cristo. A pesar de esta libertad, algunos creyentes dudan. La sociedad secular y relativista en la que vivimos estigmatiza cada vez más a los cristianos. Pero eso no debería detenernos. Debemos pensar en los primeros cristianos; la confesión pública de Cristo como Señor no era una decisión fácil en la época en que se escribió Romanos. Quienes lo hacían a menudo se enfrentaban a la persecución. Los cristianos judíos eran frecuentemente excluidos de la sinagoga. El apóstol Pablo fue golpeado, arrestado y finalmente condenado a muerte por su fe. El primer mártir cristiano, Esteban, perdió la vida por confesar públicamente a Jesús ante los líderes judíos (Hechos 7:52-60). Todavía hoy, en algunas partes del mundo, profesar la fe en Cristo como Señor puede acarrear graves persecuciones. Si la persecución abierta no detuvo a los mártires de la Iglesia primitiva, ni a los de los regímenes represivos de hoy, una ligera incomodidad no debería detenernos a nosotros. Estamos llamados a profesar nuestra confianza en Cristo como Señor, sabiendo que los sufrimientos de este mundo no se comparan con las glorias que nos esperan en la otra vida (Filipenses 3:12-16).
COMPRENDE
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La confesión pública no nos salva, pero revela nuestra fe.
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La proclamación pública de nuestra fe es importante para dar testimonio de ella.
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La salvación viene por la fe en Cristo, y la confesión pública lo confirma.
REFLEXIONA
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¿Cómo refleja tu vida diaria una confesión pública de Cristo como Señor?
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¿Qué temores o desafíos te dificultan proclamar abiertamente tu fe en determinadas situaciones?
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¿Cómo puedes crecer en valor para compartir tu fe con los demás?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Cómo podemos apoyarnos mutuamente para proclamar con valentía nuestra fe, aunque nos resulte incómodo o arriesgado?
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¿Por qué la confesión pública de fe es un fruto tan importante de la verdadera salvación?
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¿Cómo podemos animar a otros creyentes a vivir de manera que demuestren tanto nuestra fe interior como nuestra confesión exterior de Cristo?
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