Las bienaventuranzas: ¿Qué son?

En resumen:

Las bienaventuranzas proceden del Sermón del Monte y revelan cómo están llamadas a vivir las personas salvadas. Las bienaventuranzas pueden verse como un contraste con la Ley dada a través de Moisés.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Las bienaventuranzas son ocho (o más) declaraciones que inician con “Bienaventurados…” en el Sermón del Monte de Jesús, que se encuentra en Mateo 5:2-12. Son similares pero distintas a las del Sermón del Llano en Lucas 6. Las bienaventuranzas destacan cómo los creyentes están llamados a vivir, mostrando cualidades como la humildad, la mansedumbre y la misericordia. Jesús presenta estos rasgos como los verdaderos distintivos de quienes pertenecen al reino de los cielos, prometiendo recompensas divinas por cada característica. Las bienaventuranzas resaltan la transformación del corazón por encima de la adhesión legalista a las leyes y a la vida mundana, permitiéndonos alinearnos con los deseos de Dios para Su pueblo. Estas enseñanzas desafían las ideas convencionales de felicidad, promoviendo una vida centrada en la fe genuina y la rectitud.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

Vivir según las Bienaventuranzas implica encarnar valores que a menudo son contraculturales, pero profundamente transformadores. Al reconocer nuestra pobreza espiritual, dependemos humildemente de Dios, admitiendo nuestra necesidad de Su guía y fortaleza. Esta humildad nos lleva a lamentarnos piadosamente por el pecado, lo cual es esencial para el arrepentimiento genuino y la renovación espiritual. Abrazar la humildad significa ejercer la fuerza bajo control, servir a los demás desinteresadamente y confiar en la justicia de Dios. Perseguir la rectitud implica esforzarse por la integridad personal y abogar por la justicia en nuestras comunidades, impulsados por un profundo anhelo de reflejar la santidad de Dios. Estas acciones cultivan un corazón que busca la pureza, libre de hipocresía y centrado en la transformación interior más que en la conformidad exterior. Como pacificadores, trabajamos activamente por la reconciliación y la armonía en nuestras relaciones y comunidades, promoviendo la comprensión y la unidad. Mostrando misericordia y compasión, perdonamos a los demás y ayudamos a los necesitados, reflejando la misericordia que hemos recibido de Dios. Soportando la persecución por causa de la justicia, permanecemos firmes en nuestra fe, manteniendo nuestro testimonio de Cristo a pesar de la oposición. Esta resistencia va unida a la alegría, sabiendo que nuestra recompensa es grande en el cielo y alineándonos con los profetas y con el propio Jesús. Al encarnar estos principios, los cristianos pueden vivir los valores del reino de los cielos, experimentando las bendiciones del cielo en la tierra y dando a la gente en la tierra una muestra del cielo, atrayendo a otros a Dios.

COMPRENDE

REFLEXIONA

PONLO EN PRÁCTICA