¿Qué es el Evangelio?

En resumen:

Toda la Biblia gira en torno a la buena nueva; el Antiguo Testamento la prefigura y el Nuevo Testamento la proclama. El Evangelio es la buena noticia de que Jesús vino a la tierra, murió y resucitó para que todos los que creen en Él puedan salvarse y tener una nueva vida en Él.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

La palabra evangelio significa “buena noticia” y se repite casi cien veces en el Nuevo Testamento. El Evangelio es la buena noticia de que Jesucristo vino a salvar a los pecadores mediante Su muerte y resurrección, ofreciendo la vida eterna a todos los que creen en Él. El Antiguo Testamento revela el pecado de la humanidad y su necesidad de salvación, mientras que el Nuevo Testamento proclama a Jesús como el sacrificio perfecto que cumple la Ley. La salvación no se gana por las obras, sino que es un don de la gracia de Dios, recibido solo por la fe en Cristo. Por medio de Jesús, somos perdonados, reconciliados con Dios y recibimos una nueva vida como parte de Su familia. Este mensaje nos asegura que el amor de Dios es mayor que nuestros fracasos, y que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

Muchos de nosotros hemos sentido que Dios es un “hombre duro” que nos da una Ley que no podemos seguir, haciendo imposible que hagamos lo correcto (Mateo 25:24-28). Podríamos imaginarlo de pie, con los brazos cruzados, sacudiendo la cabeza ante nuestros continuos fracasos. Pero este no es el carácter de Dios. Dios es amoroso y misericordioso, y conoce nuestras debilidades. El Salmo 103 dice: “Como un padre se compadece de sus hijos, Así se compadece el SEÑOR de los que le temen. Porque Él sabe de qué estamos hechos, Se acuerda de que somos solo polvo” (Salmo 103:13-14). Dios no nos dio la Ley para desanimarnos y humillarnos, sino para que comprendiéramos nuestra necesidad de un Salvador. Nos ayuda a darnos cuenta de que todos estamos en igualdad de condiciones ante Dios (Romanos 3:10-11, 23; Gálatas 3:28). Todos estamos lejos de la perfección. Pero la buena noticia es que Dios no nos dejó desamparados. Envió a Su Hijo, Jesucristo, para que cumpliera la Ley en nuestro favor y se ofreciera como sacrificio perfecto por nuestros pecados. Jesús vivió una vida sin pecado, murió en la cruz para recibir el castigo que merecíamos y resucitó para darnos la vida eterna (Juan 3:16; Romanos 5:8; 1 Pedro 3:18). Por medio de Jesús, ya no estamos condenados por la Ley, sino que se nos invita a una relación con Dios. Este don no se gana con buenas obras, sino que se recibe por la fe. Romanos 10:9 dice: “que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”. La salvación no consiste en esforzarse más, sino en confiar en la obra terminada de Jesucristo y aceptar Su gracia (Efesios 2:8-9). Las Escrituras nos aseguran: “porque: «TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERÁ SALVO»” (Romanos 10:13). Puedes responder a Dios en oración, confesando tu fe en Jesús y Pidiéndole que transforme tu corazón. No se trata de decir las palabras perfectas, sino de depositar sinceramente tu confianza en Cristo. Cuando crees en Jesús, no solo eres perdonado: eres adoptado en la familia de Dios, recibes una nueva vida y eres sellado con el Espíritu Santo (Juan 1:12; 2 Corintios 5:17; Efesios 1:13-14). Tú ya no te defines por tus fracasos pasados, sino por la justicia de Cristo. Ahora, como seguidor de Jesús, puedes crecer en tu relación con Dios leyendo Su Palabra, orando y formando parte de una comunidad de creyentes. El amor de Dios no es distante ni duro: es personal, paciente y lleno de gracia. Él te invita a experimentar la alegría de la salvación y la esperanza de la vida eterna en Él. ¿Confiarás en Él hoy?

COMPRENDE

REFLEXIONA

PONLO EN PRÁCTICA