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¿Enseña la Biblia el sacerdocio de todos los creyentes?
Primera de Pedro 2:5 es el principal versículo de la Biblia que habla del sacerdocio de los creyentes: "vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo". ¿Es aplicable este versículo a todos los creyentes?
La respuesta corta es sí, lo es. En el Antiguo Testamento, la Ley de Moisés especificaba que sólo ciertas personas podían servir como sacerdotes ante Dios. Los sacerdotes eran hombres, de la tribu de Leví, entre ciertas edades, y que no tuviesen defecto. Si el hombre tenía alguna discapacidad, no podía servir como sacerdote. Si estaba involucrado en prácticas pecaminosas, también quedaba descalificado para el servicio.
Estos sacerdotes servían en el tabernáculo judío y posteriormente en el templo judío de Jerusalén, donde intercedían ante Dios a favor del pueblo judío.
Cuando Cristo vino, estableció un nuevo pacto mediante el derramamiento de Su propia sangre. Hebreos 10:12-14 enseña: "pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados".
Los cristianos no necesitan un sacerdote terrenal que interceda por ellos. Hebreos 10:19-23 explica: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura". Ahora, cada cristiano tiene acceso directo a Dios a través de Jesús, nuestro sumo sacerdote (Hebreos 4:14-16).
Así como los sacerdotes ayudaron a que otras personas se relacionaran con Dios, nosotros también podemos ayudar a que otras personas se comuniquen con Dios. Pablo escribe en 2 Corintios 5:18-19: "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación". Servimos al Señor y utilizamos nuestros dones, habilidades, tiempo, recursos y fuerzas para ayudar a hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:18-20; Romanos 12:1-8; 1 Pedro 4:10-11).
Ahora bien, esto no significa que cada creyente pueda servir independientemente de los demás. Romanos 12:4-5 dice: "Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros". Cada persona recibe dones para usar en el servicio dentro de la iglesia. Si cada uno sirve en conjunto, se pueden lograr muchas cosas buenas para cambiar vidas y alcanzar a las personas para Cristo.
Bajo este nuevo pacto, ya no necesitamos un sacerdote para expiar nuestros pecados, aunque la iglesia sigue funcionando con líderes. Romanos 12:8 nos dice que algunos están dotados para el liderazgo. Primera de Timoteo 3 y Tito 1 describen los requisitos de los ancianos y diáconos que lideran las iglesias locales. Todos los creyentes están llamados a participar en el servicio a Cristo junto con los líderes de la iglesia para cumplir el Gran Mandamiento (Mateo 22:37-40) y la Gran Comisión (Mateo 28:18-20).
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