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¿Cuándo es necesario reprender a otro creyente?
Reprender es: "expresar una fuerte desaprobación o crítica a (alguien) por su comportamiento o acciones". En el Nuevo Testamento, la palabra griega elegchó se traduce generalmente como "reprender" y significa "reprender y condenar exponiendo (a veces públicamente) un mal". Todos somos pecadores que estamos destituidos de la gloria de Dios, lo cual significa que en ocasiones necesitamos ser reprendidos (Romanos 3:23). También hay momentos en los que, como creyentes, necesitaremos reprender a otro creyente.
En nuestra época es común considerar la reprensión como una acción negativa, sin embargo, si se hace bien, puede ser una acción extremadamente positiva. Esto lo vemos en Proverbios 27:5-6, que dice: "Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece". Todos tenemos aspectos negativos en nuestras vidas y en ocasiones tomamos decisiones imprudentes. Alguien que está siendo un verdadero amigo nos dirá la verdad con amor, aunque en el momento sea incómodo. Tenemos que estar preparados para hacer lo mismo con ellos. Pablo animó a Tito en ese sentido cuando le dijo: "Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad" (Tito 2:15). Es importante que nos hablemos mutuamente con palabras alentadoras y veraces (1 Tesalonicenses 5:11; Efesios 4:25), pero ¿cuáles son las señales que nos permiten saber cuándo debemos reprender a otro creyente?
Todos pecamos, ya sea de pensamiento, de palabra o de obra (1 Juan 1:8; Santiago 3:2), así que cuando reprendemos a alguien hay que hacerlo desde una posición de total humildad. Necesitamos revisar nuestros propios motivos antes de reprender a alguien. Primera de Corintios 16:14 dice: "Todas vuestras cosas sean hechas con amor". Incluso un reproche tiene que ser hecho con amor, cuidado y una exhortación genuina. Cualquier reprimenda motivada por el orgullo personal, los celos, la ira o cualquier otro tipo de ambición egoísta no tendrá ningún efecto espiritual. Podría tener el efecto contrario al deseado y provocar vergüenza en el creyente que está siendo reprendido. En primer lugar, debemos estar atentos a cuidar nuestro propio caminar cristiano en lugar de buscar oportunidades para reprender a otros por sus defectos (Mateo 7:2-5).
Es nuestra responsabilidad cristiana reprender, exhortar y animar a los demás para que permanezcan fieles al llamado que tenemos en Cristo (Hebreos 10:24-25; 1 Tesalonicenses 5:11; Santiago 5:20). Cuando un creyente mantiene un patrón habitual de pecado en su vida, es necesario reprenderlo. Cuando un creyente decide seguir viviendo en pecado, no sólo se está dañando a sí mismo, sino también a otros, ya sea al cuerpo de Cristo o a una persona específica. Cuando somos salvos, debemos dejar atrás nuestras viejas costumbres de pecado (Efesios 4:22-24). Para esto es necesario una dedicación consistente y acciones que concuerden con nuestra decisión de seguir a Cristo. Si un creyente está viviendo en pecado constante, es porque hay un área de su vida cristiana que no ha sido sometida a Cristo. Jesús dijo: "Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano" (Mateo 18:15).
Continuando en Mateo 18, Jesús da instrucciones de cómo tratar a un creyente que se niega a arrepentirse después de una amorosa reprimenda: "Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano" (Mateo 18:16-17). Estas cláusulas pueden parecer un poco severas para nuestras mentes modernas. Solemos equiparar el amor con la tolerancia, sin embargo, Jesús nos enseña que debido a que ama a Su iglesia, no puede tolerar la impureza dentro de ella. Es incorrecto permitir que la gente dentro de la iglesia afirme seguirlo mientras profana Su nombre y reputación con sus acciones.
La iglesia tiene que tomar en serio las palabras de Cristo. Cuando se pasa por alto el pecado dentro de la iglesia, se perjudica nuestro testimonio cristiano porque los de afuera pueden ver la hipocresía que está presente dentro de la iglesia. Mantener las normas de Cristo puede hacer que haya menos personas dentro de la iglesia, pero también ayudará a que la autenticidad de nuestra fe sea más evidente para los no creyentes. Asimismo, debemos tener cuidado de seguir las instrucciones bíblicas respecto a la reprensión de manera apropiada. Algunos cristianos dentro de la iglesia, ya sean pastores, líderes o miembros, han abusado de Mateo 18 y de otras instrucciones bíblicas similares, utilizándolas para envanecerse y juzgar a los demás.
Esto nos lleva al punto original sobre la reprensión de un creyente: debe hacerse en amor, dentro de una relación personal. El objetivo de la reprensión debe ser siempre la restauración y no la condena. Debemos hacernos estas preguntas:
1. ¿Lucho con el mismo tipo de pecado? (Romanos 2:1)
2. ¿Cuál es mi motivación para esta reprensión? ¿Es amor? ¿Estoy buscando la restauración? (Gálatas 6:1)
3. ¿Estoy lo suficientemente cerca de esta persona como para hablarle sobre su vida? (Gálatas 6:2)
4. ¿Cómo respondería si otra persona me reprendiera de esta manera? (Mateo 7:12)
5. ¿Estoy preparado para explicar que este asunto es un pecado y mostrarlo en las Escrituras? (2 Timoteo 2:15)
6. Si mi amigo no recibe mi reprensión, ¿estoy preparado para llevar este asunto a mis líderes espirituales? Mateo 18:15-17)
7. ¿Estoy realmente comprometido y preparado para caminar con mi amigo durante el proceso de restauración? (Mateo 26:41; Santiago 5:19-20)
En Gálatas encontramos la advertencia de que cuando reprendemos a un hermano creyente por vivir en pecado, debemos cuidarnos de la tentación: "Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo" (Gálatas 6:1-2). Sigue mostrando amor, sigue siendo humilde y, en cualquier situación, haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti (Mateo 7:12).
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