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¿Por qué Dios hace preguntas?
Dios es omnisciente, es decir, conoce todas las cosas. El Salmo 147:5 dice que "su entendimiento es infinito". Dios conoce todo sobre todas las cosas; por lo tanto, también conoce todo sobre nosotros, incluso hasta "los secretos del corazón" (Salmo 44:21; ver también 1 Juan 3:20). Entonces, ¿por qué Dios hace preguntas a las personas en toda la Biblia? ¿Por qué sigue haciéndonos preguntas hoy en día? Hay algunas razones por las que Dios hace preguntas, y todas ellas apuntan a algo más profundo de lo que la propia pregunta podría sugerir.
Las preguntas de Dios siempre tienen un propósito. Generalmente, Él quiere revelar o enseñarnos algo a través de las preguntas. Veamos algunos de los propósitos que hay detrás de las preguntas que Dios hace.
Darnos una visión de nosotros mismos
Podemos estar ciegos, ya sea de forma voluntaria o involuntaria, respecto a nuestros verdaderos motivos y a lo que ocurre en nuestro interior. Dios nos hace preguntas para ayudarnos a reconocer y responder a lo que ocurre en nuestro interior. En el jardín del Edén, Dios se acercó a Adán después de que pecara y le preguntó: "¿Dónde estás tú?", "¿Quién te enseñó que estabas desnudo?" y "¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses?" (Génesis 3:9, 11). Y le preguntó a Eva: "¿Qué es lo que has hecho?". (Génesis 3:13). Adán y Eva se escondían de Dios, avergonzados de su pecado. Dios conocía las respuestas a todas las preguntas que les hizo, no obstante, sus preguntas dieron a Adán y a Eva tiempo para la auto introspección y les hicieron salir de su escondite y volver a relacionarse con Él. Hasta en las profundidades del pecado, había gracia.
Revelación sobre Él mismo
Dios puede decidir revelar un atributo de sí mismo mediante preguntas. Puede hacernos preguntas que nos lleven a comprender mejor una parte específica de Su carácter. Casi al final de las muchas pruebas de Job, Dios se le presentó con una avalancha de preguntas, tales como: "¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?" y "¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo? ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, y has visto las puertas de la sombra de muerte? ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto" (Job 38:4, 16-18; ver Job 38-41). Por supuesto, no había forma de que Job supiera todo esto. Sólo un Dios omnisciente podía saber estas cosas. Dios usó Su interrogatorio con Job para revelarle los atributos de Su soberanía y máximo poder.
Llamado a la acción
Es muy fácil que nos distraigamos de los propósitos que Dios nos ha dado. Podemos confiar en lo que Dios nos ha llamado a hacer, pero eventualmente las preocupaciones de este mundo nos apartan de la dirección de Dios. Dios puede optar por hacernos preguntas que sean como un llamado a la acción a fin de que nos lleve al plan que tiene para nosotros. En la Biblia, esto ocurrió muchas veces con los profetas del Antiguo Testamento. En una visión, Isaías escuchó a Dios preguntar: "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí" (Isaías 6:8).
Las preguntas que Dios hace como un llamado a la acción también sirven como directrices. El egoísmo de Jonás había primado sobre su vocación, y estaba enfadado por la gracia que Dios había mostrado a la ciudad de Nínive. Dios le preguntó a Jonás: "¿Haces tú bien en enojarte tanto?" (Jonás 4:4). Jonás era obstinado, pero Dios le dio una salida, llamándolo a la acción con una pregunta. Cuando Elías huyó de Jezabel, se metió en una cueva para esconderse. Dios se le acercó en la cueva y le preguntó: "¿Qué haces aquí, Elías?". Con esta pregunta, Dios llamó a Elías a salir de su miedo y lo obligó a entrar en la siguiente misión que consistía en ungir a nuevos líderes (1 Reyes 19:9-18).
Enseñar lecciones espirituales
Las preguntas de Dios también pueden servir para instruirnos y enseñarnos en nuestro caminar espiritual. Cuando Jesús estuvo en la tierra, constantemente hacía preguntas estratégicas. Las preguntas de Jesús sirvieron para revelarse como el Cristo. Por ejemplo, preguntó: "¿Quién dicen los hombres que soy yo? Pero, y vosotros, ¿quién decís que soy?". Pedro respondió: "Tú eres el Cristo" (Marcos 8:27-29). Las preguntas de Jesús iluminaron la fe de las personas. Por ejemplo, preguntó: "¿Quién me ha tocado?", y después se dirigió a la mujer con flujo de sangre que había sido curada al tocar su manto (Lucas 8:44-48). Y finalmente, revelaron cosas que estaban por venir: su liderazgo eterno. Por ejemplo, Jesús preguntó: "¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo?"? (Lucas 20:17) y después de Su resurrección le preguntó a María: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" (Juan 20:15).
Con preguntas que nos ayudan a entendernos a nosotros mismos y al carácter de Dios, preguntas que nos obligan a actuar o que nos remiten a las Escrituras, Dios nos está enseñando, en última instancia, lecciones espirituales que nos ayudarán en nuestro caminar con Él. Las preguntas de Dios nunca se hacen en vano. Sirven para el propósito eterno de fortalecer nuestro fundamento espiritual y llevarnos a Él.
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