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¿Por qué parece que las mujeres tienen poco protagonismo en la Biblia?
Aunque en la Biblia son pocas las mujeres que se mencionan en comparación con el número de hombres, en realidad se habla más de ellas de lo que se esperaría de un libro escrito en la Antigüedad. La mayoría de las sociedades en la historia han sido patriarcales, en las que las mujeres tenían poca influencia en el hogar, la política o la religión. Esta realidad histórica se refleja con exactitud en la Biblia, donde la mayoría de los relatos hablan de hombres influyentes en la época bíblica. No obstante, la Biblia registra muchos casos de mujeres que desempeñaron roles decisivos en el plan de Dios para la humanidad.
El primer ejemplo de una mujer con una función importante es Eva, la primera mujer. Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). La palabra hebrea para "ayuda" es `ezer, que en otras partes de la Biblia se refiere a Dios salvando a Su pueblo de circunstancias terribles. Dios había declarado que las circunstancias de Adán "no eran buenas" y luego dijo que una mujer era la solución para salvar a Adán de su soledad.
Tanto la madre de Moisés, Jocabed, como su hermana, María, desempeñaron un papel vital en salvarle la vida cuando era un bebé, cuando el gobernante egipcio había ordenado la muerte de todos los bebés varones israelitas (Éxodo 2). Es más, la propia hija del faraón desempeñó quizá el papel más importante como madre adoptiva que criaba a Moisés en el palacio del faraón (Éxodo 2). Tras el éxodo, María lideró la adoración que los israelitas rindieron como respuesta al rescate de Dios (Éxodo 15:20-21).
Rahab, una prostituta de Jericó, escondió y salvó a dos espías israelitas cuando se disponían a entrar en la tierra que Dios les había prometido (Josué 2). Con el tiempo llegó a ser una antepasada del propio Cristo (Mateo 1:5). Después de entrar en la Tierra Prometida, Israel prefirió los jueces a los reyes. Débora fue la famosa jueza que condujo al ejército a la victoria que trajo la paz durante cuarenta años (Jueces 4-5). Fue otra mujer, Jael, quien asesinó al comandante del ejército enemigo durante esa batalla (Jueces 4:18-22).
Gracias a su fe en Dios, Rut siguió a su suegra hacia Israel y acabó convirtiéndose en la bisabuela del rey David y antepasada de Cristo (Rut 1-4; Mateo 1:5). Ana llevó a Dios su dolor por la infertilidad y, como recompensa, recibió la bendición de convertirse en la madre de Samuel, que ungió al primer rey de Israel (1 Samuel 1:1-2:11). Abigail impidió que David se vengara y se convirtiera en culpable de un derramamiento de sangre (1 Samuel 25:33). A consecuencia de este acierto, posteriormente se convirtió en la esposa del rey David. Otra esposa del rey David, Betsabé, salvó a su hijo, el futuro rey Salomón, al alertar a David del complot de Adonías para apoderarse del trono (1 Reyes 1:11-21). Tras la caída de Israel en manos de los babilonios, fue de nuevo otra mujer la que salvó a los israelitas. Ester suplicó al rey Asuero que perdonara a su pueblo (Ester 7:3). Estas mujeres no desempeñaron roles de poca importancia, sino que fueron decisivas para hacer avanzar el plan de Dios.
La influencia de las mujeres no terminó con los relatos del Antiguo Testamento, sino que también continuó durante los tiempos del Nuevo Testamento. Elisabet fue una gran fuente de aliento para María, la madre de Jesús, durante su embarazo (Lucas 1:39-56). El ministerio de Jesús se sostenía con el propio dinero de las mujeres (Lucas 8:3). Marta y María de Betania solían hospedar a Jesús y a Sus seguidores en su casa (Lucas 10:38). La viuda que ofreció sus últimas dos monedas inspiró las enseñanzas de Jesús sobre el dar (Lucas 21:1-4). Cuando Jesús murió, "estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole" (Mateo 27:55). De hecho, las primeras personas que se enteraron de la resurrección de Jesús y vieron Su cuerpo resucitado fueron mujeres (Mateo 28:8-10).
Lidia era una comerciante adinerada de telas que hospedó en su casa a la iglesia de Filipos (Hechos 16:40). Priscila ministró bajo la dirección de Pablo y, junto con su marido, enseñó a Apolos, otro misionero, una interpretación más completa del Evangelio (Hechos 18). A la abuela de Timoteo, Loida, y a su madre, Eunice, se les atribuye la crianza de Timoteo en la fe y el haberle dado una comprensión fundamental de las Escrituras (2 Timoteo 1:5).
Las mujeres desempeñaron un papel fundamental en toda la Biblia, en comparación con las funciones que tuvieron históricamente en las sociedades en las que vivieron. Por lo tanto, podemos concluir que Dios valora a las mujeres más de lo que lo hacían esas sociedades. Él creó tanto al hombre como a la mujer a Su imagen. En Cristo, hombres y mujeres son iguales: "no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).
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