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¿Cuáles son el concepto y los objetivos de las misiones cristianas?
Las misiones cristianas son un esfuerzo intencional para llevar a otras personas a una fe salvadora en Jesucristo. La palabra "misión" viene de la palabra "enviar", y la mayoría de los cristianos que participan en misiones a tiempo completo son enviados a otro lugar. Todas las misiones incluyen la idea de dejar la comodidad de la comunión con otros creyentes para comprometerse con aquellos que no conocen a Cristo. Puede ser al otro lado de la ciudad o del mundo.
Las misiones cristianas comenzaron con la Gran Comisión de Jesús, en la cual dijo a Sus discípulos: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:18-20). Un discípulo es una persona que aprende de otra y se esfuerza por imitarla. Las misiones cristianas consisten en enseñar a otros la verdad sobre Jesús, mostrarles que lo necesitan y, una vez que el Espíritu Santo los haya atraído, animarlos a vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús. El bautismo no salva, pero sí es una demostración pública de que un nuevo creyente ha dejado la vieja vida y se ha unido a la Iglesia. No sólo debemos seguir a Jesús, debemos ser identificados culturalmente como alguien que le sigue.
Las misiones siempre fueron parte de la vida cristiana. En cierto modo, podría decirse que el primer misionero cristiano fue Juan el Bautista, que proclamó a la gente la necesidad que tenían de Jesús (Juan 1:26-31). Poco después de que Jesús ascendiera al cielo, los discípulos ayudaron a llevar a tres mil judíos a una fe salvadora en Él (Hechos 2). El cristianismo se extendió a Etiopía, Egipto, Turquía, Grecia, India, Italia, Túnez y Francia. En el año 197 d.C., el norte de África ya estaba cubierto y, un año más tarde, los primeros misioneros llegaron a Japón. En la actualidad, las misiones cristianas continúan de diversas maneras: personas que abandonan físicamente sus culturas para compartir la buena nueva de Jesús -a veces por periodos más cortos y con frecuencia convirtiendo la nueva cultura en su nuevo hogar-, estableciendo relaciones e invirtiendo tiempo en hacer discípulos, e incluso personas que comparten sobre Él a través de Internet.
La forma en que las misiones cristianas difunden el Evangelio es diferente en cada cultura, aunque el mensaje sea el mismo. Hasta cierto punto, el método debe ser específico para quienes lo escuchan. Los diferentes grados de educación, nivel cultural y familiaridad con los conceptos cristianos influirán en la forma de compartir el Evangelio.
Sin embargo, el mensaje central es el mismo. Dios es perfecto y santo. No podemos agradarle por causa de nuestro pecado. Merecemos la muerte y la separación eterna de Dios. Necesitamos a alguien que nos otorgue el perdón. Esa persona es Jesús -la segunda persona del Dios trino que se hizo hombre y para siempre es totalmente Dios y totalmente hombre- que vivió una vida perfecta, murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó demostrando que Él es quien dice ser y que Su sacrificio fue la expiación suficiente. Si nos entregamos a Jesús, Él nos reconciliará con Dios y nos dará su Espíritu Santo, que habitará en nosotros y nos transformará; pasaremos la eternidad en el paraíso con Él (Juan 3:16-18; 2 Corintios 5:17-21; Efesios 1:3-14).
Todos los cristianos están llamados a las misiones en sus propias vidas. Jesús nos pide a todos que llevemos Su mensaje a los demás. No es fácil, pero a medida que aprendemos a amar a las personas como Dios las ama, descubrimos que compartir la verdad sobre Dios es imprescindible para la vida cristiana.
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