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¿En qué consiste el método malas noticias/buenas noticias para compartir el evangelio?

Hay muchas maneras de compartir las buenas nuevas de Jesucristo y la salvación que Él nos ofrece. Un método popular es el de las malas noticias y las buenas noticias.

El Evangelio es las buenas nuevas. De hecho, es tan buena que resulta casi increíble. Sin embargo, una persona sólo puede apreciar la verdadera bondad del Evangelio si primero comprende la crudeza de la realidad actual. Tiene que conocer primero las malas noticias para comprender que las buenas noticias son buenas.

Así que empezamos compartiendo las malas noticias: todos los seres humanos son pecadores y merecen la ira de Dios, viven espiritualmente muertos en el pecado y, a la larga, se dirigen al infierno, donde les espera una eternidad de castigo y de estar separados de Dios. No hay manera de que podamos ganarnos el favor de Dios. Estamos completamente destituidos y totalmente necesitados de salvación. Normalmente, los seres humanos no somos buenos reconociendo nuestra propia pecaminosidad, así que puede ser de gran ayuda presentar algunas ilustraciones. Por ejemplo, podríamos preguntar si es malo mentir. Seguramente la persona responderá que sí. Después, le preguntamos si ha mentido alguna vez. Es de suponer que responderá que sí. Seguidamente le preguntamos en qué la convierte esa respuesta. La respuesta: en una persona mentirosa. Después podemos decirle que quebrantar una de las leyes de Dios significa quebrantarlas todas. Entre los versículos que podemos compartir al dar las malas noticias están Isaías 64:6; Romanos 3:10, 23; 6:23; Efesios 2:1-3; 1 Corintios 6:9-10; y Juan 3:18.

Es devastador cuando una persona escucha y se convence de las malas noticias. Nuestro pecado no lo podemos soportar. Gracias a Dios, aquí es donde entran las buenas noticias.

Las buenas nuevas son que Jesús vino a salvarnos de nuestros pecados y que podemos ser salvos a través de la fe. Podemos explicar que Dios nos ama y quiere que estemos con Él, así que por eso envió a Jesús. Jesús es tanto Dios como ser humano, que vino al mundo, cumplió la Ley completamente y luego murió por nosotros. Vivió una vida justa y cargó con los pecados del mundo y el castigo por ellos. Resucitó victorioso sobre el pecado y sus consecuencias. Luego, por Su gracia, nos ofreció la salvación. Si creemos en Él por fe, Dios acepta el sacrificio de Jesús a nuestro favor. Dios nos ve como justos porque Jesús pagó el precio que nosotros teníamos que pagar. Ahora podemos tener una relación con Dios, alejarnos del pecado y, por último, pasar la eternidad en el cielo con Dios. Juan 3; Hechos 4:12; Romanos 5; 6:23; 10:9; Efesios 2:1-10; 1 Corintios 6:9-11; y 2 Corintios 5:17, 21 son unos excelentes versículos para compartir en estos casos.

Si la otra persona lo cree, podemos orar con ella para que confiese sus pecados a Dios y su fe en Él. Nos gozamos con ellos por las buenas nuevas y les damos la bienvenida a la familia de Dios. Luego podemos ayudarles a conectarse a una iglesia que enseñe la Biblia y empezar el camino del discipulado y el crecimiento en Cristo.

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