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¿Cómo la salvación involucra tanto a la justicia como a la misericordia?
A menudo vemos la justicia y la misericordia como diametralmente opuestas. La justicia es honrada cuando se paga el precio adecuado. La misericordia es compasión y perdón, que generalmente implica la retención de una penalidad debida. Entonces, ¿cómo se pueden dar perfectamente la justicia y la misericordia en la salvación?
Comencemos primero por reconocer que Dios es perfectamente justo y también misericordioso. Podemos ver estos atributos de Dios expuestos en toda la Biblia. Por ejemplo, el Salmo 103: 8 declara: "El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor." Isaías 30:18 dice: "Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan!". 2 Pedro 3: 8–10 dice: "Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada." Dios juzga y juzgará el pecado. Él también, gentil, paciente y compasivamente extiende misericordia. Ni la justicia ni la misericordia se dan a expensas de la otra. Esto se debe a la realidad de Jesús.
En 2 Corintios 5: 19–21 dice: "En Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación [...] Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios." El precio del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Jesús lo pagó en nuestro nombre. Debido a que él es completamente humano y completamente Dios, su sacrificio podría aplicarse a nosotros. Vivió una vida humana perfecta, por lo tanto no tenía necesidad de pagar por el pecado. Como Dios, él es infinito, lo que significa que su sacrificio puede cubrir una multitud de ofensas. En resumen, Dios tuvo misericordia de nosotros porque promulgó justicia sobre Jesús.
Lo sorprendente es que Jesús voluntariamente hizo esto. Juan 3: 16–17 dice: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él." En Juan 17, Jesús ora por sus seguidores, demostrando su deseo de que se unifiquen y también eventualmente estén con él y puedan ver su gloria. Dios ama a las personas lo suficiente como para elegir crearnos, sabiendo muy bien que pecaríamos y necesitaríamos redención. En su misericordia, proporcionó un camino para esa redención. En su justicia, Él mismo pagó el precio del pecado.
Romanos 3: 21–26 muestra misericordia y justicia trabajando juntas: "Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas. Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús."
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