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¿Cuáles son las características de una iglesia saludable?

La iglesia es el cuerpo de Cristo y, como tal, está encargada de llevar a cabo Su obra en el mundo. Antes de ascender al cielo, Jesús les dio a los discípulos la Gran Comisión: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:19-20). Una iglesia local saludable estará cumpliendo a cabalidad la Gran Comisión, y la Biblia nos da pautas específicas de cuáles son las señales de una iglesia saludable.

Primero, es importante mencionar que una iglesia grande no es una señal segura de una iglesia saludable. Crecer en número puede ser una señal de que una iglesia es saludable (Hechos 2:47; 5:14; 16:5), pero no es una garantía automática de salud. El crecimiento espiritual y la solidez bíblica, no los números, son la forma en que medimos si una iglesia es saludable. ¿Cuáles son las cosas clave que debemos buscar?

Doctrina bíblica sólida
La Biblia debe ser el centro de toda enseñanza, y la doctrina debe ser sana (Tito 1:9; 2:1; 1 Timoteo 6:3-4; 2 Timoteo 2:2). La sana doctrina se reafirma en toda la Biblia y, por lo general, no se basa en un solo versículo o pasaje. Más bien, es un mensaje que vemos que se repite en todas las Escrituras. Hay que enseñar toda la Escritura dentro de su propio contexto, no sólo porciones favoritas. Como Pablo le dijo a Timoteo: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17). Cuando la doctrina no es sana, predomina la impiedad. Cuando escuchamos y aplicamos la sana doctrina, el resultado es una vida piadosa (1 Timoteo 1:10; 4:6; 2 Timoteo 1:13-14).

Buen liderazgo
Una iglesia saludable tendrá un liderazgo de acuerdo a Dios que ejemplifique una vida de obediencia a Cristo y un corazón de servicio a los demás. Sus vidas estarán marcadas por la fidelidad y la rectitud (Tito 1:6-9; 1 Timoteo 3:1-7). Jesucristo es la cabeza de la iglesia, y aunque ningún pastor es perfecto, debe ser obvio que están trabajando para parecerse más a Jesús cada día (Colosenses 1:18; Mateo 20:25-28; Juan 13:12-17). Los líderes que obedecen a Dios serán buenos mayordomos de los recursos, los talentos y el ministerio que Dios les ha confiado (1 Corintios 4:1-3; 9:17; 1 Pedro 4:10; Efesios 4:11-16). Así como Jesús pasó tiempo con los discípulos, entrenándolos en los caminos del Señor, los líderes de Dios entrenarán y formarán a otros en el liderazgo espiritual (Hechos 6:1-7).

Discipulado y Fruto Espiritual
Cuando una iglesia tiene una doctrina sana y un buen liderazgo, el discipulado y por consiguiente el fruto espiritual serán evidentes dentro de la congregación. Líderes fieles producen seguidores fieles que aman al Señor y buscan vivir de acuerdo con Su Palabra (Juan 8:31-32; 14:15; 1 Juan 2:3-6). Los creyentes que están siendo discipulados construirán relaciones sólidas con otros (Hechos 2:42-47; 1 Corintios 10:17; Hebreos 10:24-15), estarán involucrados en la iglesia-usando sus dones para servir a otros (Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:7), y estarán dando fruto a medida que crecen en su propia santificación (Juan 15:5-8; Gálatas 5:22-25; 1 Tesalonicenses 5:23).

Alcance
Finalmente, una iglesia saludable se reconocerá por su alcance. Evangelizará, difundiendo el evangelio. Y será compasiva y generosa con sus recursos por el bien de los demás. El evangelismo se produce dentro de una gran variedad de experiencias, que van desde nuestra vida cotidiana y las relaciones con los demás hasta los programas comunitarios locales y las misiones mundiales. Tenemos este regalo increíble del perdón y la salvación, y por eso, como iglesia, estamos llamados a ser: "grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida" (2 Corintios 2:15-16). La buena nueva de la salvación por medio de Jesucristo no es algo que haya que acaparar: hay que compartirla de cerca y de lejos, cumpliendo la Gran Comisión (Mateo 28:19-20). Estas buenas nuevas traen perdón, salvación, luz a la oscuridad y paz en medio del caos. Una iglesia sana se reconoce por su pasión por llevar la palabra a los necesitados.

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