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¿Qué significa ser enemigo de Dios?

Un enemigo es alguien que se opone a otro, odiándolo y tratando de perjudicarlo. Dios es amor, pero aun así tiene enemigos. La buena noticia es que no necesitamos ser enemigos de Dios y podemos estar seguros de que Él tiene la victoria sobre todos los enemigos.

Normalmente, el primer ser que nos viene a la mente cuando pensamos en un enemigo de Dios es Satanás. Y es cierto; Satanás y sus secuaces se oponen a Dios, a Su obra y a Su pueblo (Juan 8:44; Efesios 6:11-18; 1 Pedro 5:8). También podemos pensar en conceptos como el pecado y su resultado, la muerte, que son enemigos de Dios, ya que son cosas de las que Él nos salva en Jesucristo y que al final destruirá (1 Corintios 15:54-58; Apocalipsis 20:14-15).

Los seres humanos también pueden ser enemigos de Dios. De hecho, el estado pecaminoso natural de los humanos está en oposición a Dios. La Biblia utiliza la palabra "enemigo" para describir la relación de una persona con Dios antes de entregar su vida a Cristo. Romanos dice que "siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (Romanos 5:10). Otro versículo describe a las personas antes de la salvación como "extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras" (Colosenses 1:21). Antes de que una persona se salve, está viviendo en oposición a Dios -como un enemigo de Dios- porque rechaza o niega la existencia de Dios y Su naturaleza como se revela en las escrituras. Las acciones y objetivos de la persona se oponen directamente a los de Dios.

Romanos 1:18-32 da una descripción completa de las personas que son enemigas de Dios: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó....Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios....Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador...murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican". Aunque el deseo de Dios es que nadie perezca y que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9), también es justo y honra las decisiones de quienes lo rechazan entregándolas a su naturaleza.

Aunque nuestro estado natural está separado de Dios, Dios nunca ha querido dejarnos ahí. No necesitamos permanecer como enemigos de Dios; Dios le da a cada persona la opción de querer o no una relación con Él. Mientras éramos enemigos de Dios, Él nos reconcilió con Él por la muerte de Su Hijo (Romanos 5:10). Efesios 2: 1-9 lo dice así: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia...y éramos por naturaleza hijos de ira... Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".

Dios ama al mundo y envió a Su Hijo, Jesús, para traer gozo, esperanza y vida eterna a cualquiera que esté dispuesto a tener fe en Él (Juan 3:16-18). Los que rechazan a Jesucristo quedan bajo la ira de Dios (Juan 3:36). Dios es amoroso y misericordioso, haciendo posible el camino de la reconciliación con Él y extendiendo la oferta de salvación a todos. Dios también es justo y no dejará que la maldad de este mundo quede impune: "El Señor es Dios celoso y vengador; el Señor es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos" (Nahum 1:2).

En última instancia, Dios triunfará sobre Sus enemigos: "Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte" (1 Corintios 15:25-26). Al final, Satanás, los demonios, las personas que eligieron vivir en rebeldía a Dios, e incluso la muerte, serán derrotados por Dios (Apocalipsis 20:13-15). Los enemigos de Dios no son rivales para Él. Después de que Dios derrote a Sus enemigos, Su pueblo vivirá libre de dolor y tristeza: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apocalipsis 21:4).

No sigas siendo un enemigo de Dios; entra hoy mismo a formar parte de Su familia.

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