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¿Qué es el don espiritual de exhortación?
El don espiritual de exhortación aparece en Romanos 12:8 como un don espiritual (algunas traducciones utilizan "animar"). ¿Qué es este don?
La palabra exhortación que se usa en este versículo proviene de la palabra griega parakletos, que puede significar animar, acompañar, consolar o alentar. En Juan 14:16 se habla del Espíritu Santo como nuestro Paracleto, es decir, Aquel que viene junto al creyente para confortarlo y ayudarlo en momentos de necesidad.
Todos los cristianos estamos llamados a alentar a los demás: "Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis" (1 Tesalonicenses 5:11). Los creyentes pueden animarse unos a otros pasando tiempo juntos, con palabras alentadoras, mensajes, oraciones y de otras maneras.
Pablo trataba de animar a los creyentes en sus visitas (Romanos 1:11-12), en sus muchas cartas y en sus oraciones. Por ejemplo, su enseñanza sobre el rapto de los creyentes concluía con: "Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras" (1 Tesalonicenses 4:18).
Sin embargo, algunos creyentes están particularmente dotados para alentar. Uno de los ejemplos más claros que encontramos en el Nuevo Testamento es el de Bernabé. Bernabé vendió un campo que tenía para dar el dinero a la iglesia (Hechos 4:36-37). Era conocido como un hijo de consolación y posteriormente ayudó a Pablo a entrar en la iglesia como líder. Dios reveló sus talentos por la vida que vivió para Cristo.
Otro ejemplo lo encontramos en la vida de Moisés. Él recibió la orden de animar a Josué, quien sería el líder que llevaría a los israelitas a la Tierra Prometida: "Josué hijo de Nun, el cual te sirve, él entrará allá; anímale, porque él la hará heredar a Israel" (Deuteronomio 1:38).
Cuando el rey Josías ayudó a devolver su pueblo al Señor en el Antiguo Testamento, se valió de palabras de aliento para ayudar al pueblo a volver al Señor: "Puso también a los sacerdotes en sus oficios, y los confirmó en el ministerio de la casa del Señor" (2 Crónicas 35:2).
¿Cómo puedes saber si tienes el don para alentar? Comienza hoy mismo animando a otras personas. Todos estamos llamados a animar. Mientras lo haces, puedes notar que tienes una habilidad especial en esta área. Además, es posible que alientes a otras personas a través de un método en particular, como la música, la escritura o un ministerio en particular. Usa todas tus habilidades y oportunidades para animar y sé parte del grupo que ayuda a que alguien crezca más cerca del Señor.
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