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¿Por qué Dios permite que a las personas buenas les ocurran cosas malas?
La respuesta corta a esta difícil pregunta es "no hay gente buena". Jesús lo expresó mejor cuando dijo: "Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios" (Marcos 10:18). Sólo hay dos tipos de personas: las malas y las malas que han sido redimidas. Las cosas malas le ocurren a la gente porque vivimos en un mundo caído y maldecido por el pecado.
La biblia nos dice que por naturaleza todos los humanos son pecadores y condenados y que nadie es bueno (Eclesiastés 7:20; Romanos 3:23; 1 Juan 1:8). Romanos 3:10-18 afirma claramente la verdad sobre las personas: "No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos". Cuando pensamos que merecemos escapar de las "cosas malas", negamos el hecho de que cada segundo que estamos vivos y cada aliento que tomamos es sólo por la gracia y la misericordia de Dios, el cual se abstiene de darnos lo que merecemos, es decir, el infierno eterno en el lago de fuego.
Así que la verdadera pregunta es "¿Por qué Dios permite que le ocurran cosas buenas a la gente mala?". Romanos 5:8 nos da la respuesta: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." A pesar de la naturaleza malvada, perversa y pecaminosa de la gente de este mundo, y a causa de ella, Dios proveyó una manera de escapar del castigo por nuestros pecados (Romanos 6:23). Dios proveyó a Jesucristo para salvar a todos los que en algún momento creyeran en Él como su Salvador (Juan 3:16; Romanos 10:9), y por Su sangre, somos perdonados y recibimos un hogar eterno en el cielo (Romanos 8:1). Gracias a este milagro, las personas malas reciben una naturaleza completamente nueva y se convierten en personas buenas porque intercambian su pecado por la justicia de Cristo (2 Corintios 5:17-21).
Aun así, Dios permite que les ocurran cosas malas a estas personas redimidas y lo hace por razones que no entendemos. El salmista nos dice: "En cuanto a Dios, perfecto es su camino" (Salmo 18:30). Si los caminos de Dios son "perfectos", entonces podemos confiar en que todo lo que hace -y todo lo que permite- también es perfecto. Puede que esto nos parezca imposible, pero nuestras mentes no son la mente de Dios. Es cierto que no podemos llegar a entender perfectamente Su mente, tal como Él nos recuerda: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8-9). Con todo, nuestra responsabilidad ante Dios es obedecerle, confiar en Él y someternos a Su voluntad, ya sea que la entendamos o no. "Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:5-6). Romanos 8:28-30 nos anima: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó".
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