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¿Conoce Dios nuestros pensamientos?
Nuestros pensamientos son una de las cosas más privadas que tenemos como humanos. A menos que hablemos abiertamente de ellos, no hay manera de que nadie más sepa qué pensamos. Normalmente, esto nos da una sensación de seguridad y protección respecto a las cosas que pensamos. Sin embargo, hay una Persona que conoce todos nuestros pensamientos: los buenos, los malos, los feos, los extraños y los pecaminosos. Él es omnisciente, perfecto, e infinito en conocimiento. En el Salmo 139:1-2, David nos dice: "Oh Señor, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos". No hay nada que Dios no sepa.
En Isaías 55:8, el profeta Isaías nos habla a los que tenemos sed de Dios. En parte, escribe: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor". Dios piensa y actúa de maneras que van más allá de nuestra imaginación humana. Dios no necesita aprender ni que le enseñen nada, ya que es perfecto en todos los sentidos (Salmo 18:30; 1 Juan 3:20). Dios es nuestro maestro y, a través de Su Palabra, podemos llegar a conocerlo a Él y conocer Sus planes (Juan 13:13). Él conoce el final desde el principio y la respuesta a todos los porqués a los que nos enfrentamos (Isaías 46:10). Para Dios, ninguno de nuestros pensamientos es un problema. Además, Él es quien nos ayuda a transformar nuestros pensamientos (Romanos 12:2).
A algunos les puede parecer aterrador que Dios sepa todo lo que pensamos, sin embargo, Dios nos promete gracia y misericordia (Efesios 2:8-9; Tito 2:11; Hebreos 4:16; 1 Juan 1:9). A Él no le interesan nuestros pensamientos para hacernos tropezar, sino para construir una relación íntima con nosotros a través de Jesucristo. No importa quiénes seamos, lo que hagamos o adónde vayamos, Dios sigue buscando nuestros corazones, especialmente los de quienes proclaman que Él es el Señor (Deuteronomio 4:39; Proverbios 3:1; Romanos 10:9; Filipenses 2:11).
En los Diez Mandamientos, Dios da dos mandamientos que se refieren a los pensamientos. En Éxodo 20:3 se prohíbe al pueblo de Dios adorar a otros dioses excepto al único Dios verdadero: "No tendrás dioses ajenos delante de mí". En general, la adoración es un tema de nuestros corazones (y pensamientos). El décimo mandamiento nos advierte sobre los pensamientos pecaminosos: "No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo" (Éxodo 20:17). Querer lo que otros tienen es un pecado para Dios, y una vez más, es uno que se comete con mayor frecuencia en nuestros pensamientos.
En el Nuevo Testamento, Jesús dice que los que desean a alguien han cometido adulterio en sus corazones (Mateo 5:27-28). De nuevo, este es un pecado del corazón y de la mente. Jesús también dijo: "Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre" (Mateo 15:18). Santiago 1:13-15 habla de la progresión del pecado, que generalmente comienza cuando somos atraídos por nuestros propios deseos (es decir, en nuestros pensamientos). Está claro que Dios conoce nuestros pensamientos y que nuestros pensamientos son importantes para Él.
El Nuevo Testamento también nos da evidencia de que Jesús conoce los pensamientos de las personas. Por ejemplo, Lucas 5:22 dice: "Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones?". Ver también Mateo 9:4, 12:25, Lucas 9:47 y 11:17, a modo de ejemplo. Estas son una verdadera muestra del carácter omnisciente de Jesús.
Si hemos aceptado que todos somos pecadores, hemos creído que Jesús murió y resucitó, y hemos confesado nuestros pecados ante Él, entonces también deberíamos tener el inmenso consuelo de que tenemos un Padre que nos ama y nos conoce más de lo que podríamos amar o conocernos a nosotros mismos. En lugar de tener miedo de que Dios conozca nuestros pensamientos, podemos sentirnos consolados por la profundidad de Su conocimiento y la grandeza de Su amor por nosotros. Primera de Juan 3:20 nos alienta: "pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas".
Cuando nos acercamos a Dios, podemos imitar a David en el Salmo 139:23-24: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno".
¡Dios es grande! No hay nada que Él no sepa, ni ningún lugar en el que no esté, ni nada que no pueda hacer (Salmo 139). No debemos temer compartir nuestros pensamientos con Dios porque Él ya los conoce (1 Crónicas 28:9; Salmo 91:15; Efesios 4:22-32).
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