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¿Bebía Jesús vino / alcohol?
En la Biblia, los nazarenos son el único grupo al que se le ordena no beber nunca vino/alcohol (Números 6:1-4). Jesús era "nazareno", es decir, de la ciudad de Nazaret, pero no era nazareo (Lucas 18:37).
Las celebraciones tradicionales de las bodas judías incluían beber vino, y el primer milagro de Jesús fue convertir el agua en vino en las bodas de Caná (Juan 2:1-11). Cabe suponer que también bebió vino con moderación. Otra tradición judía, la celebración de la Pascua, también incluía vino, al que la Biblia se refiere a veces como "fruto de la vid" (Mateo 26:27-29; Marcos 14:23-25; Lucas 22:17-18). Jesús ciertamente participó de la copa de la Pascua.
Lucas 7 afirma que Jesús bebió alcohol en algunas ocasiones. Aunque Juan el Bautista no bebía vino, se da a entender que Jesús sí lo hacía, pues los líderes religiosos de la época le acusaban de ser un borracho. Jesús dijo: "Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores" (Lucas 7:33-34). A pesar de esta acusación, Jesús nunca fue glotón ni borracho, porque vivió una vida totalmente libre de pecado (1 Pedro 2:22). Jesús mismo alertó contra la embriaguez porque no nos permite estar preparados para Su regreso (Lucas 21:34-36; ver también Lucas 12:45-47).
La Biblia prohíbe explícitamente la embriaguez (Efesios 5:18; Romanos 13:13; Gálatas 5:21; 1 Pedro 4:3; Lucas 21:34; Proverbios 23:20), aunque beber vino o alcohol no es en sí mismo un pecado. El problema es la falta de autocontrol y las consecuencias de excederse. Lo mismo ocurre con la comida. Tanto la gula como la embriaguez son pecados, según la Biblia (Proverbios 20:1; 23:2; 25:16, 27; Efesios 5:18). Primera de Corintios 6:12 dice: "'Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna".
En vez de estar ebrios, debemos estar llenos del Espíritu (Efesios 5:18). Necesitamos recordar que nosotros mismos, si estamos en Jesucristo, somos una morada para el Espíritu Santo: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" (1 Corintios 3:16-17).
Si uno es creyente, pero en el pasado tuvo una relación malsana con el consumo de alcohol, puede que lo mejor sea abstenerse de toda bebida para evitar la tentación de emborracharse. En Romanos 14:14, Pablo dice: "Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es". Si el consumo de alcohol es algo que no es buena idea para ti como individuo, entonces no lo hagas. De la misma manera, si alguien con quien estás lucha contra la tentación de excederse en el consumo de alcohol, puede ser mejor que te abstengas de beber alcohol en su presencia: "Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite" (Romanos 14:21).
Aunque la Biblia nos advierte contra el abuso del alcohol en muchos textos, como Proverbios 20:1, también habla del vino de forma positiva. El libro de los Salmos describe el vino como algo que "alegra el corazón del hombre" (Salmo 104:14-15). Disfrutar de un vaso de vino o de una bebida alcohólica es permisible para los cristianos, pero, suponiendo que se desee mantener una norma bíblica, toda bebida debe hacerse con moderación y nunca con fines de embriaguez.
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