¿Cómo puedo saber cuál es mi llamado espiritual?
Es fácil que sintamos la presión para encontrar nuestro llamado espiritual. A causa del reconocimiento público que reciben las personas con un llamado más visible, podemos caer en la tentación de creer que tenemos que encontrar algo igualmente visible. Si bien ser un evangelista o un pastor puede ser un "llamado" más obvio, ser un maestro de escuela dominical, un empresario, un empleado público, un padre de familia, una niñera, o cualquier otro tipo de actividad, son vocaciones que también pueden ser llamados espirituales. Por otra parte, el llamado espiritual de una persona puede no manifestarse de un modo particular en toda su vida. Dios llama a muchas personas a desempeñar múltiples cosas y funciones en el transcurso de sus vidas. Estamos a Su servicio, y es posible que los caminos por los que cumplimos esos propósitos sean muy diferentes. Es importante entender que lo que muchos consideran un "llamado" es, en realidad, un trabajo que tiene el propósito explícito de servir al Señor. Cuando el Nuevo Testamento habla de un "llamado", la mayoría de las veces se refiere a nuestro llamado como creyentes, no a un ministerio específico (Romanos 11:29; Efesios 1:18, 4:1, 4; 2 Tesalonicenses 1:11; 2 Timoteo 1:9; Hebreos 3:1; 2 Pedro 1:10). Así que, tal vez, una mejor perspectiva sea reconocer que no importa qué trabajo (si se considera técnicamente un "trabajo", y si es remunerado o no) tengas o cuán aparentemente espiritual (o no) sea en sí mismo, tienes la oportunidad de cumplir los propósitos de Dios, y este es tu llamado final: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33).
La Biblia enumera algunas cosas que todos estamos llamados a hacer espiritualmente, y se pueden hacer bajo cualquier circunstancia. Dondequiera que Dios nos coloque, podemos hacer el bien a los demás y servir a las necesidades del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:7). Podemos estar seguros de nuestro llamado espiritual a hacer estas cosas:
Otro factor a considerar para descubrir nuestro llamado espiritual es nuestra fidelidad a Dios y nuestro crecimiento en Él. A veces Dios tiene una visión más concreta o un ministerio específico al que nos llama, pero necesitamos crecer para estar preparados para ello. Debemos desarrollar nuestras habilidades prácticas (Lucas 2:52) y nuestro entendimiento espiritual (2 Pedro 3:18). Cuando lo hagamos, nos enfrentaremos a pruebas que pondrán a prueba nuestra fe, pero que al final nos llevarán a la madurez: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" (Santiago 1:2-4; ver también Santiago 2:22). Mientras buscamos cumplir con el llamado del Señor para cada creyente, tal como lo hemos indicado anteriormente, avanzaremos naturalmente hacia el cumplimiento de los planes y propósitos específicos que Él tiene para nosotros.
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