¿Qué dice la Biblia sobre cómo un cristiano debe tratar a su jefe?
La Biblia tiene mucho que decir con respecto a la sumisión a las autoridades. En el momento en que aceptamos un nuevo trabajo, nos colocamos bajo la autoridad de nuestro nuevo empleador. Dios diseñó un mundo ordenado y hay una cadena de mando que ayuda a la sociedad a seguir avanzando sin problemas. Romanos 13: 1 dice: "Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él." Debemos someternos a Cristo en todo (Efesios 5:24), y si Él ha establecido los sistemas de autoridad sobre nosotros, debemos tratar a los que tienen autoridad sobre nosotros con respeto, como trataríamos a Cristo. Si bien en la Biblia se dieron instrucciones a los esclavos, se pueden aplicar a todas las personas que tienen un supervisor en su trabajo. En Colosenses 3: 22–24, Pablo instruye: "Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales, no solo cuando ellos los estén mirando, como si ustedes quisieran ganarse el favor humano, sino con integridad de corazón y por respeto al Señor. Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor." Como cristianos, debemos considerar el trabajo que hacemos para nuestros jefes terrenales como un trabajo que se está haciendo como para el Señor.
No todos los jefes son buenos jefes; pueden ser personas dominantes y difíciles con quienes trabajar. Aun así, la Biblia nos instruye a respetarlos (1 Pedro 2: 18-20). Podemos tomar el camino correcto y tratar a nuestros jefes con honor, incluso cuando no se comporten de manera honorable. Debemos seguir las instrucciones de nuestros jefes a menos que nos ordenen pecar; la autoridad de Dios es lo primero (Hechos 5:29; Proverbios 21:30). Cuando surge una situación en la que nos vemos obligados a enfrentar o ir en contra de una decisión que consideramos incorrecta o carente de integridad, debemos hacerlo con humildad y respeto (1 Timoteo 5: 1). Nuestras actitudes deben reflejar siempre el corazón de Cristo. En situaciones en las que un jefe se comporta de manera abusiva o infringe la ley, debemos informarlo a las autoridades correspondientes. Recuerde que somos representantes de Cristo en el lugar de trabajo (1 Corintios 10:31). Puede ser que Dios nos dé la oportunidad de compartir a Cristo con nuestros jefes; necesitamos representarlo bien.
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