¿Cómo puedo controlar los impulsos pecaminosos?
A veces nos sentimos impulsados a pecar. Tenemos impulsos hacia el pecado que aparentemente son incontrolables. Podemos sentir el impulso de gastar más de la cuenta, de comer en exceso, de caer en la pornografía o de chismorrear, y sentir que no hay otra opción más que rendirse. ¿Cómo podemos controlar nuestros impulsos pecaminosos? En primer lugar, debemos empaparnos de la verdad. Ya no estamos atados a la naturaleza pecaminosa (Romanos 6:17-18). En Cristo somos completamente nuevos (2 Corintios 5:17). Somos declarados justos (2 Corintios 5:21). Cuando conocemos la verdad, podemos experimentar la libertad (Juan 8:32). Si creemos que somos quienes Dios declara que somos, podemos actuar como corresponde con mayor facilidad. Cuando reconocemos un impulso pecaminoso, podemos declarar que proviene de la naturaleza pecaminosa y que, por lo tanto, ya no forma parte de nosotros.
No sólo necesitamos conocer la verdad sobre nuestra identidad en Cristo, sino que necesitamos tomar medidas prácticas para vivir esa verdad. Esto sucederá en gran medida a través del proceso de santificación. Cooperamos con la obra del perfeccionamiento de Dios en nosotros (Filipenses 1:6) obedeciendo Sus mandatos. Esto significa que enfocamos nuestras mentes en cosas que a Él le agradan (Filipenses 4:8). Echamos nuestras ansiedades sobre Él (Salmo 55:22; 1 Pedro 5:7). Por lo general, actuar por impulso es un intento de manejar la ansiedad. Cuando llevamos nuestras cargas al Señor, experimentamos más paz y, por lo tanto, sentimos menos necesidad de manejar nuestra ansiedad con atajos pecaminosos.
También podemos usar nuestra mente y pedir la sabiduría de Dios para determinar cuál puede ser la causa de nuestros impulsos pecaminosos. Controlar los impulsos podría suponer modificar nuestro estilo de vida para alejarnos de las situaciones tentadoras, descubrir una necesidad insatisfecha que un impulso está tratando de llenar, o confiar en los amigos para que nos ayuden a rendir cuentas. En todo esto, no debemos olvidar que Dios nos ha dado el poder del Espíritu Santo. No estamos solos en nuestra batalla contra nuestros impulsos pecaminosos. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7).
Por último, podemos recordar la razón por la que queremos ganar control sobre los impulsos pecaminosos. Hebreos 12:11 dice: "Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados". En un principio, controlar los impulsos pecaminosos puede no ser agradable. Sin embargo, sabemos que nuestra autodisciplina acabará produciendo buenos frutos. La recompensa final justifica el dolor momentáneo de una gratificación pospuesta.
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