La Biblia dice mucho sobre lo que sucederá con la tierra al final de los tiempos. Se observan muchos eventos específicos que incluyen el rapto (1 Tesalonicenses 4: 13-18), una tribulación de siete años (Apocalipsis 6-12), la batalla de Armagedón (Apocalipsis 19: 11-21), un reino milenario de 1.000 años dirigido por Jesús desde Jerusalén (Apocalipsis 20: 1-6), un levantamiento final de Satanás y sus seguidores (Apocalipsis 20: 7-10), un juicio final (Apocalipsis 20: 11-15), la destrucción de la tierra (2 Pedro 3:10), y la creación de un nuevo cielo y tierra libres de pecado y muerte (Apocalipsis 21-22).
Específicamente, el fin de la tierra a menudo se refiere a la destrucción del planeta tal como lo conocemos. El único pasaje que describe este evento es 2 Pedro 3:10 que dice: "Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada." Esto señala que los cielos terminarán, el sol, la luna y las estrellas se quemarán (cuerpos celestes), y la tierra quedará quemada.
Apocalipsis 21: 1-2 dice: "Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar." Simplemente establece que el primer cielo y la tierra se habrán ido, junto con el mar, y existirá una nueva realidad. El versículo 5 agrega al Señor diciendo: "¡Yo hago nuevas todas las cosas!"
2 Pedro 3: 11-13 describe cómo los creyentes deben responder al futuro fin del mundo: "Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia." Estas palabras incluyen varias aplicaciones importantes.
Primero, los creyentes deben vivir vidas santas y piadosas. Esto incluye cómo amamos a Dios así como a otras personas (Mateo 22: 37-40). Esto también afecta la forma en que compartimos nuestra fe, sabiendo que el tiempo es limitado y muchos aún no creen en Jesucristo como Señor.
En segundo lugar, debemos anticipar en gran medida nuestra futura morada con el Señor. Ya sea que muramos y entremos en la presencia de Dios o que Jesús regrese por nosotros durante nuestra vida, debemos "[animarnos] unos a otros con estas palabras." (1 Tesalonicenses 4:18). El fin del mundo es un consuelo para aquellos que creen en Cristo y viven diariamente para él.
Tercero, también podemos esperar con anticipación la eternidad con todo el pueblo de Dios. Esto incluirá a Abraham, Moisés, Elías, Rut, Josué, Ester, Pedro, María y otros santos de la Biblia, así como a familiares y amigos creyentes que nos precedieron. Podemos saber con seguridad que los veremos nuevamente en la eternidad, sabiendo que aquellos que creen en el Señor tienen vida eterna (1 Juan 5:13).