¿Es bíblica la doctrina de la filiación eterna?

La doctrina de la filiación eterna es la enseñanza de que Jesús siempre ha existido eternamente como Hijo de Dios. A diferencia del punto de vista que enseña que Jesús "se convirtió" en el Hijo de Dios cuando nació en Belén, la filiación eterna afirma que Jesús ha existido como Hijo de Dios por toda la eternidad.

En Su naturaleza, Jesús es inmutable, incluyendo su rol como Hijo de Dios. No sólo fue un Hijo en un sentido funcional o humano, sino que ha sido el Hijo de Dios eternamente. Su condición de Hijo forma parte de la estructura relacional eterna e interna de la Trinidad.

Varios pasajes de las Escrituras afirman claramente que este punto de vista es bíblico. Por ejemplo, Juan 3:16 enseña: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Cuando Jesús fue "dado" ya era conocido como el Hijo de Dios.

En segundo lugar, en el bautismo de Jesús se escucha la voz de Dios Padre que dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:17). En este caso, Jesús, la segunda Persona eterna de la Divinidad Trina, fue identificado por estar en una relación eterna con el Padre siendo Su Hijo amado.

En tercer lugar, Juan 1:14 afirma: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". Al Verbo (Jesús, Dios eterno) se le describe como el Hijo único del Padre. Lógicamente, si Dios el Padre, como Padre, es eterno, entonces Dios el Hijo sería igualmente eterno.

Cuarto, Hebreos 1:2 dice: "En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo". Esta declaración muestra que el mundo fue creado por medio del Hijo. Jesús era Hijo de Dios cuando el mundo fue creado, no sólo cuando vino a la tierra. Colosenses 1:16 añade que no sólo el mundo, sino todas las cosas, fueron hechas por Él, Jesús el Hijo de Dios: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él".

Por estas y otras afirmaciones bíblicas, la filiación eterna de Jesús se ha mantenido como una visión ortodoxa de la Iglesia en toda su historia. El Credo de Nicea (325) afirmó esta creencia, al igual que los credos posteriores. La filiación eterna de Jesús es una importante enseñanza bíblica que ha sido reconocida a lo largo de la historia de la Iglesia.