¿Cómo puedo compartir mi fe en el trabajo?

Lo primero que tenemos que recordar cuando se trata de compartir nuestra fe, en el lugar de trabajo o en cualquier otro sitio, es que los creyentes siempre deben estar preparados para explicar la esperanza que hay en nosotros a causa de Cristo, y hacerlo con amabilidad y respeto (1 Pedro 3:15). Cuando un compañero de trabajo nos hace una pregunta sobre nuestra fe, debemos decir la verdad, sin reservas, por amor a nuestros compañeros y por amor a Cristo y a la verdad. Además, es importante ser consciente de que en las relaciones en el lugar de trabajo se aplican unas reglas específicas que no se dicen. Es posible hacer que las conversaciones sobre el Señor sean más efectivas y positivas cuando se dan en el trabajo.

Cuando las conversaciones sobre nuestra fe aparecen sin que nadie las solicite o las desee, se puede considerar como un acoso. Esto es porque cuando una persona está en el trabajo, no siempre puede alejarse de una situación incómoda. Un compañero de trabajo puede no querer escuchar los detalles de la fe de un cristiano o su experiencia con Dios, pero puede sentirse obligado a escuchar de todos modos, por cortesía o para caer bien en el lugar de trabajo. Una excelente recomendación cuando se habla de la fe con los compañeros de trabajo es esperar a que hagan preguntas y responder de forma concisa y educada, y luego esperar a que continúen la conversación.

También es bueno recordar nuestro deber como empleados de trabajar con empeño y cumplir nuestro compromiso con nuestro empleador. Las conversaciones sobre la fe no están por encima de esta responsabilidad, y el trabajo no debe dejarse de lado para poder dar testimonio (1 Tesalonicenses 5:12-14; Colosenses 3:23). Si nos consideran perezosos o despreocupados por el trabajo, nuestras acciones contradicen nuestro testimonio y podemos perder credibilidad.

Así que, para empezar, ¿por qué debemos hablar de nuestra fe en el lugar de trabajo?

En primer lugar, tenemos el mandato de decir la verdad y predicar el evangelio para que la gente pueda conocer al Señor (Mateo 28:18-20; Romanos 10:14). Somos la luz del mundo, y debemos permitir que esa luz brille, sin importar dónde estemos (Mateo 5:14). En segundo lugar, el amor por nuestros compañeros de trabajo que son incrédulos debe impulsarnos a buscar cada oportunidad para darles la posibilidad de aceptar el don gratuito de la salvación de Dios. La cultura es confusa, y hay muchos mensajes falsos y mezclados sobre el evangelio. Satanás engaña sus mentes y distrae sus corazones con placeres para que no puedan entender o no les interese lo que Dios ofrece. Es necesario enfocarse, tener paciencia, amor y sabiduría para librar "...a los que son llevados a la muerte; salvar a los que están en peligro de muerte" (2 Timoteo 2:23-26; Proverbios 11:30; Proverbios 24:11).

Por último, la oración es un elemento esencial en nuestro testimonio ante los compañeros de trabajo, o ante nuestros amigos y familiares. Dios es el autor de la salvación: Él la hace posible (Efesios 2:8-9; Hebreos 10:10, 14). Debemos recordar siempre que dependemos de Su poder en cualquier situación de evangelización, y orar por la sabiduría, el enfoque, el amor y la paciencia que necesitamos. Él ha prometido darnos sabiduría y el Espíritu Santo cuando se lo pidamos (Lucas 11:10-13; Santiago 1:5).



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