¿Puedo enojarme con Dios?
Por lo general, nos enojamos cuando no entendemos por qué sucede algo. Entonces, es natural que haya momentos en los que no entendamos por qué ocurren ciertas cosas en nuestra vida y nos sintamos enojados con Dios. ¿Es esto malo? En primer lugar, es evidente que hay ocasiones en las que el enojo puede ser bueno. Efesios 4:26 dice: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo". Podemos enfadarnos y utilizarlo de forma positiva o negativa. Hasta Jesús se enfadó en algunas ocasiones, volcando las mesas de los que abusaban del templo como lugar para ganar dinero (Mateo 21:12-17).
En segundo lugar, aunque la ira a veces puede ser positiva, la ira contra Dios no lo es. Jonás 4 nos da un claro ejemplo. En este capítulo, Jonás se enfadó porque Dios no ejecutó el juicio sobre la ciudad de Nínive como había prometido porque la gente de la ciudad se había arrepentido. Además, Dios hizo crecer una calabacera para dar sombra a Jonás y pronto permitió que se marchitara, provocando más ira en Jonás. Al final, Dios cuestionó el enojo de Jonás, afirmando que Su plan era salvar vidas y a los animales de la ciudad. Su plan era mejor que la ira egoísta de Jonás.
Con frecuencia, ésta es la misma situación en la que nos encontramos cuando nos enfadamos con Dios. Cuando Él actúa de una manera con la que no estamos de acuerdo o no entendemos, podemos enfadarnos con Él y no buscar entenderle o adorarle a pesar de todo, sabiendo que Él hace que Sus planes se ajusten a Su voluntad final (Jeremías 29:10-14; Romanos 8:28-30).
Las escrituras nos invitan a confiar en el Señor, dependiendo de Su bondad y compasión, como se revela en la biblia y en épocas pasadas. El Salmo 34:18 afirma: "Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu". Segunda de Corintios 1:3-5 también dice que nuestro sufrimiento puede permitirnos servir de estímulo y ayuda a los demás: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación".
Desde esta perspectiva, es un error enojarse con Dios. ¿Por qué? Nuestro enojo con Él tiene su origen en nuestra perspectiva egoísta o limitada de las situaciones que están totalmente bajo Su control. Cuando nos enojamos con Dios, puede revelar nuestra falta de confianza en Su liderazgo, Su sabiduría y Su plan para nuestras vidas y las de los demás. En lugar de enfadarnos con Dios, debemos adorarle, orar y buscar sabiduría cuando necesitemos entendimiento (Santiago 1:5).
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