¿En qué año murió Jesús?

La Biblia no detalla cuándo nació ni cuándo murió Jesús, pero podemos averiguarlo basándonos en otros hechos históricos.

Herodes el Grande gobernó Judea desde el año 47 a.C. hasta su muerte en el año 4 a.C.. Tras la muerte de Herodes, José y María recibieron nuevamente la visita de un ángel y les dijo que era seguro regresar a la región (Mateo 2:19-23).

A partir de estas fechas podemos decir que Jesús nació entre el año 6 y el 4 a.C.

Lucas 3:1 dice que Juan el Bautista comenzó su ministerio en el decimoquinto año del reinado de Tiberio, es decir, alrededor del año 26 d.C. Tiberio comenzó a reinar, como corregente con Augusto César, en el año 12 d.C., aunque no fue nombrado emperador hasta el año 14 d.C. Al leer los evangelios, vemos que Jesús comenzó Su ministerio poco después que Juan y enseñó y sanó durante unos tres años y medio. Por lo tanto, Jesús terminó Su ministerio en la tierra alrededor del año 29 o 30 d.C.

También sabemos que Poncio Pilato gobernó Judea entre los años 26 y 36 d.C. y que la muerte de Jesús tuvo lugar durante la fiesta de la Pascua (Marcos 14:12). El calendario judío que determinaba los días de fiesta se basaba en la luna. Combinando toda esta información, llegamos al 7 de abril del año 30 d.C. o al 3 de abril del año 33 d.C. como fecha de la crucifixión. Hay argumentos académicos a favor de ambas. Si Jesús fue ejecutado en el año 33 d.C., Su ministerio habría durado más de tres años y medio y habría comenzado al menos un año más tarde de la fecha en que Juan comenzó su ministerio. La mayoría de los eruditos creen que Jesús murió en el año 30 d.C.

Es cierto que el hecho de que Dios viniera a la tierra como hombre, viviera una vida sin pecado, muriera en la cruz como propiciación por nuestros pecados y resucitara, constituye el acontecimiento central de la historia. Las fechas exactas del nacimiento o la muerte de Jesús no son importantes. Lo importante es que cada persona se dé cuenta de la importancia de que Jesús muriera en la cruz por sus pecados y resucitara con poder incluso sobre la muerte (Colosenses 1:21-22). Dios nos ha ofrecido una vida nueva y un futuro con Él (1 Pedro 1:3). Todo lo que debemos hacer es poner nuestra fe en Él como nuestro Salvador y Señor y seremos salvos (Juan 3:16-18; Romanos 10:9; Efesios 2:8-9).