¿Es posible que un cristiano pierda la salvación?
La respuesta corta a la pregunta de si un cristiano puede perder la salvación es "no". Sin embargo, es evidente que la respuesta es más complicada que eso. Primero, debemos entender lo que significa ser "cristiano"; no todos los que usan este nombre han puesto su fe en Jesús. Un "cristiano" no es alguien que ha "hecho una confesión" haciendo una oración, o firmando una tarjeta, o pasando al frente al final de un servicio religioso. Tampoco es cristiano alguien que ha nacido en una familia que sigue la religión cristiana o de padres que conocen a Jesús como Señor y Salvador. De acuerdo con la Biblia, un cristiano es una persona que, por fe, ha recibido personalmente y confiado plenamente en Jesucristo como único Salvador de sus pecados (Juan 3:16-18; Hechos 16:31; Efesios 2:1-10). Así, esa persona ha sido liberada de la condenación eterna, es una persona nueva y el Espíritu Santo mora en ella (2 Corintios 5:17-21; Efesios 1:3-14). Hay varias razones por las que es imposible que una persona pierda la salvación. Ante todo, llegamos a ser cristianos por la fe, y esa fe no es algo que se nos ocurra por nuestra propia cuenta. Efesios 2:8-9 aclara que la fe verdadera y salvadora es un don de Dios. Si se perdiera la salvación, Dios tendría que retirar su don. Dios no miente ni se retracta de sus promesas: "Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?" (Números 23:19). Romanos 11:29 nos dice que "irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios". Por lo tanto, el don de la fe que Él da a los Suyos nunca se podrá quitar. Esta es la verdad más reconfortante sobre perder la salvación-no se puede hacer porque Dios no lo permitirá, por amor a Su nombre, Su carácter y Su gloria.
En segundo lugar, el cristiano es una nueva creación. Segunda de Corintios 5:17 declara: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". De nuevo, el poder para la nueva creación viene de Dios, no de nosotros. Así como no tuvimos nada que ver con nuestro primer nacimiento, tampoco tenemos nada que ver con nuestro renacimiento. Somos la creación de Dios, y para que un cristiano pierda la salvación, Dios tendría que cancelar y revocar la nueva creación.
Los cristianos somos redimidos, o comprados, por la sangre de Cristo que fue derramada por nosotros en la cruz. "Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios" (1 Pedro 1:18-21). Dios "nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero" (1 Pedro 1:3-5). Una persona redimida no puede "dejar de serlo". Además, puesto que Dios es omnisciente, conoce todas las cosas antes de que sucedan, Él no derramaría Su sangre por aquellos que sabe que no va a redimir. La herencia es guardada por el poder de Dios. Efesios 1:11-14 habla de la predestinación y del sello del Espíritu Santo que "es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria". Dios nos asegura la salvación, y el sello del Espíritu Santo en todos los que han confiado en Cristo Jesús así lo afirma.
La justificación es la doctrina que explica lo que sucede en la salvación. Romanos 5:1 dice: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Ser justificado significa ser declarado justo por Dios gracias al intercambio que ocurrió en la cruz. Nuestro pecado fue cambiado por la justicia de Cristo (2 Corintios 5:21). Para que un cristiano pierda la salvación, Dios tendría que retractarse de Su Palabra y "deshacer" lo que Él había declarado previamente y volver a tomar la justicia de Cristo. Eso sencillamente no sucede.
Juan 3:16 es la promesa de Dios de dar vida eterna a todos los que vienen a Cristo. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". La vida eterna es precisamente eso: eterna, para siempre. Si un cristiano perdiera la salvación, la vida eterna no sería eterna. Una vez más, Dios no romperá Su promesa quitando lo que Él ha declarado ser eterno.
Jesús hizo una profunda declaración acerca de la seguridad del creyente en Juan 10:28: "Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano". La vida eterna viene de Dios a través de Cristo. Los que confían en Cristo nunca se perderán y nadie, incluidos los propios creyentes, puede ser arrebatado de la firme mano de Dios.
De estos cuantos versículos, podemos ver que es imposible que un verdadero creyente pierda la salvación. El salvo no puede "dejar de ser salvo". La nueva creación no puede dejar de ser creada. El redimido no puede dejar de ser redimido. La vida eterna no puede ser temporal. Para que un cristiano pierda la salvación, Dios tendría que retractarse de Su Palabra y cambiar de parecer-dos cosas que las Escrituras nos dicen que Dios nunca hace.
Aquellos que objetan la creencia de que un cristiano no puede perder la salvación se refieren a los cristianos profesos como aquellos que continúan viviendo en pecado y aquellos que se convierten en cristianos y se alejan de la fe. Podría ser que tales personas estén en un período de extravío (1 Corintios 3:13-15; Gálatas 6:1-5; 1 Tesalonicenses 5:14; Santiago 5:19-20). Aunque sean infieles, Dios permanecerá fiel (2 Timoteo 2:13). O podría ser que estas personas simplemente profesan ser cristianos, pero en realidad no tienen una relación con Dios a través de Cristo. La Biblia declara que un verdadero cristiano no vivirá continuamente un estilo de vida inmoral sin arrepentirse (1 Juan 3:6), ni un verdadero creyente se apartará de la fe. Aquellos que lo hacen están demostrando que nunca fueron verdaderamente cristianos (1 Juan 2:19). No podemos juzgar el corazón de ningún individuo en tales situaciones, y debemos orar por ellos y compartir la verdad del evangelio con ellos.
Judas 1:24-25 lo dice todo: "Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén".
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