Creación vs. evolución - ¿Qué dice la Biblia?

Una comparación exhaustiva del debate científico y técnico entre creacionistas y evolucionistas está más allá del alcance de este sitio web. Para un examen completo, recomendamos Respuestas en Génesis y el Instituto para la Investigación de la Creación. El propósito de este artículo es examinar el argumento detrás de los argumentos. ¿Por qué la creación versus la evolución es un problema? ¿Cómo llegó a ser un problema en primer lugar? ¿Y cuáles son sus ramificaciones eternas?

Una de las grandes ironías sobre el debate entre la creación y la evolución es que, en esencia, sus seguidores usan la misma metodología, pero una de las partes implicadas no lo admite. Los evolucionistas afirman usar el método científico. El método científico implica investigación de fondo, la construcción de una hipótesis (una conjetura educada), prueba y análisis de resultados para determinar si la hipótesis era cierta. Es obvio para cualquiera que esté dispuesto a retroceder y revisar la situación que el método científico no es aplicable a circunstancias que no son ni observables ni comprobables. Esto ciertamente incluye el desarrollo del mundo y la vida en él. Las pruebas radiológicas han demostrado ser inexactas, los fósiles solo pueden indicar dónde murió una criatura, y el único testimonio del pasado antiguo se encuentra en las historias culturales y religiosas. La evidencia física es espectacularmente inconclusa. Para darle sentido, debe existir una presuposición. En el caso del debate creación vs. evolución, esa presuposición es: ¿hubo un Creador, o no?

Si este es el caso, si ambas partes usan la misma metodología pero diferentes presuposiciones para argumentar sus casos, ¿por qué el debate entre la creación y la evolución es tan mordaz? Tiene que ver con la cultura que rodea el desarrollo de la creencia de la evolución. Durante miles de años, la comprensión del mundo fue que, de una forma u otra, una deidad externa no humana creó el mundo y trajo vida a su superficie. Las diferentes culturas tenían diferentes ideas sobre cuán involucrada permanecía la deidad en los asuntos humanos, pero todos estuvieron de acuerdo en que el creador tuvo algo que ver en establecer expectativas sobre el comportamiento y las creencias de la humanidad. Por supuesto, el principio judeocristiano era que Dios creó el mundo y con razón esperaba ser adorado como Creador.

En los siglos XVIII y XIX, sin embargo, se desarrolló una cosmovisión que engrandeció el valor de la humanidad. El humanismo influyó positivamente en la cultura porque valoraba a cada individuo, pero también causó un daño horrible cuando buscaba reemplazar la confianza en la Palabra de Dios por el intelecto y la lógica humanos. Este no era un fenómeno nuevo. Pablo dijo de todos los impíos y malvados: "Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén." (Romanos 1:25). Lo que fue peculiarmente único fue la capacidad de este nuevo ascenso del humanismo para establecer el escenario para una cosmovisión completamente carente de Dios. No solo que Él pudiese ser ignorado, sino que en realidad Él nunca existió.

Fue en esta cultura, preparada para el ateísmo, que se desarrolló la evolución de Darwin. Y salvo por un puñado de evolucionistas deístas, allí se ha mantenido. El humanismo enseñó que la humanidad es responsable de construir una sociedad justa y una cultura ética. En la evolución, culminó en la creencia de que, inconscientemente, la humanidad desarrolló su propia existencia. Si la humanidad no necesita un creador para desarrollar la moralidad y la verdad, entonces no hay necesidad de una deidad en los asuntos humanos del presente. Los humanos son libres de vivir como quieran. Pero la humanidad solo está completamente libre de Dios y la religión si realmente no hay Dios en absoluto. La evolución proporciona un medio para ignorar por completo nuestra dependencia de Dios al permitir la posibilidad de que Él no exista en absoluto.

La idea de que el mundo no tiene un creador es tan fundamental para el origen de la evolución que los proponentes no se dan cuenta de que están tomando una ideología como un hecho. No se dan cuenta en absoluto de que se basan en una presuposición. Y no pueden ver que su presuposición es idéntica en efecto a la presuposición de los creacionistas de que hay un creador. El argumento para la evolución comienza con la negativa a admitir un sesgo, y continúa con evidencia no concluyente cuidadosamente interpretada de acuerdo con ese sesgo. "Cambiaron la verdad de Dios por la mentira..." y están tan ciegos que no pueden ver las fallas en sus propios argumentos. Dios dio amplia evidencia de su obra en la creación (Romanos 1:20), pero "Dice el necio en su corazón: «No hay Dios»”. (Salmo 14:1; 53:1). Un tonto no es alguien que no es inteligente. Él es alguien que no puede aplicar los hechos correctamente. Los evolucionistas pueden tener un amplio conocimiento de los datos, pero no pueden dar el salto a la sabiduría porque "El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina." (Proverbios 1:7). No hay sabiduría sin Dios. No hay forma de interpretar correctamente el origen de la vida sin Dios.

El argumento sobre la creación frente a la evolución se ha convertido en una batalla de barro de falacias científicas y conveniencias políticas. Pero, en esencia, siempre se trata de la pregunta: "¿Necesitamos a Dios?" Es irónico que la primera batalla en la guerra de creación contra la evolución tuvo lugar en Génesis 3. El argumento comienza con una decisión -Dios, ¿o no? - y cada movimiento subsiguiente está determinado por esa presuposición. La decisión no es trivial. Si hay un Creador, toda la humanidad es responsable ante Él y valorada por él. Dependemos de Él de por vida, y estamos comprometidos con sus decisiones con respecto a las consecuencias de nuestras elecciones. Si no hay Creador, entonces nuestras vidas son azar y nuestro único valor es el que determinamos. Y todos somos tontos.