Si pecamos contra alguien, ¿debemos confesarnos con él?
La Biblia enseña que debemos confesar nuestros pecados a Dios (1 Juan 1:9), pero ¿necesitamos también confesar nuestros pecados a aquellos contra los que hemos pecado? Dios nos perdonará independientemente de que hablemos con las otras personas implicadas. No obstante, en algunas ocasiones es conveniente confesar nuestros pecados a las personas contra las que hemos pecado. Una pregunta importante al respecto es si confesar el pecado a la otra persona puede ayudarla de alguna manera. En otras palabras, si la confesión es simplemente para nuestro propio beneficio, entonces podemos confesarnos ante Dios o compartirlo con otro amigo de confianza. Pero, si confesar nuestro pecado a la otra persona o personas implicadas puede ayudar a reconciliar una relación o ayudar a los implicados, debemos intentar mejorar la situación.
Por ejemplo, supongamos que deseas mucho el auto que le pertenece a uno de tus amigos. Te sientes celoso e incluso codicias su auto, deseando que sea tuyo. En este caso, te sentirás impulsado a confesar este pecado a Dios, pero no necesariamente tendrías que comentárselo a tu amigo. No sería beneficioso para tu amigo y, de hecho, podría empeorar la situación convirtiéndola en un problema mayor.
Ahora bien, supongamos que estuviste hablando mal de un amigo y luego te sentiste mal por eso. Puedes confesar tu pecado a Dios, pero también puedes sentir la necesidad de hablar con la otra persona porque sabe de la situación y se ha sentido ofendida por tus chismes. Tu confesión a tu amigo podría ayudar a reconciliar tu relación y sería de gran ayuda para la otra persona. En este caso, confesar tu pecado a la otra persona sería apropiado y beneficioso.
Parece que las Escrituras dan por sentado que este tipo de confesiones ocurrirán de vez en cuando entre los creyentes. En Mateo 18:21-22, Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces debe perdonar a un hermano que peca contra él. En Efesios 4:32, se les ordena a los creyentes: "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo".
Colosenses 3:12-13 añade: "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros." En este contexto, los implicados en el conflicto hablaban entre ellos sobre el incidente, con la esperanza de que el creyente ofensor buscara la reconciliación, mientras que el ofendido perdonara.
No necesitamos confesar cada pecado a las personas involucradas, pero cuando es de ayuda para la otra persona o en asuntos públicos, es necesaria la reconciliación y la confesión a las personas implicadas brinda una descripción de cómo abordar el pecado a la manera de Cristo.
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