¿Qué dice la Biblia sobre el ayuno?

En el Nuevo Testamento no existe una orden específica de ayunar, sin embargo, se deduce que debemos hacerlo. Jesús dio algunas instrucciones sobre el ayuno cuando enseñó que debíamos hacerlo en privado y no por conseguir la alabanza o la admiración de los demás (Mateo 6:16-18; Marcos 2:20). El ayuno es una forma de humillarnos ante Dios, recibir Su guía y acumular tesoros en el cielo. Hay muchas razones por las que debemos ayunar y existen diferentes tipos de ayunos que se pueden hacer, los cuales se encuentran en la Biblia.

Hay diferentes tipos de ayuno: sin comer (Lucas 4:2), sin comer ni beber (Hechos 9:9), dejando de comer ciertos alimentos (Daniel 1:8-14), o dejando de hacer cosas específicas durante cierto tiempo, por ejemplo, una pareja casada que decide no tener relaciones sexuales durante un periodo de tiempo determinado (Éxodo 19:15; 1 Corintios 7:5).

El propósito final del ayuno es lograr centrarnos más en Dios. Más allá de un acercamiento al Señor, el ayuno debe hacerse con un propósito; debe haber una meta específica en mente. Ester, sus doncellas y los judíos ayunaron antes de acercarse al rey esperando que el Señor los favoreciera (Ester 4:16). Daniel ayunó varias veces: buscando la santidad (Daniel 1:8), lo que lo llevó a prepararse espiritualmente (Daniel 1:17-20) y a lamentarse (Daniel 10:2-3). Los creyentes de la iglesia primitiva ayunaban al encomendar al Señor a los nuevos ancianos de la iglesia (Hechos 14:23). La protección, el favor, la sabiduría, la liberación de la aflicción, una mayor humildad, la planificación y la dedicación al Señor son buenas razones para ayunar.

El ayuno puede acercarnos a Dios cuando estamos alejados de él: "Por eso pues, ahora, dice el Señor, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento" (Joel 2:12). El ayuno nos humilla ante Dios (Salmo 69:10). Esdras 8:23 dice: "Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio".

Pídele a Dios sabiduría antes de empezar a ayunar (Santiago 1:5). Si tienes alguna condición física que te impida ayunar (diabetes, etc.), no te sientas culpable o avergonzado. Más bien, busca al Señor para saber si tal vez Él quiere que ayunes de otra manera en lugar de la comida.

Por último, siempre recuerda que el ayuno debe ser para estar alineado con Dios y Su voluntad. El ayuno no debe hacerse con motivos egoístas o con el propósito de manipular a Dios para que te dé lo que quieres. Lo que realmente hace el ayuno es transformarte de adentro hacia afuera. Te permite estar preparado para los planes de Dios y tu papel en ellos. El ayuno no consiste en cambiar a Dios, sino en cambiarte a ti para ser más como Él.



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