La Biblia describe lo que son los cristianos, no solo de nombre, sino de carácter. Ser cristiano significa literalmente creer y seguir a Jesucristo. Un verdadero cristiano es un hijo de Dios. Aunque Cristo no entró en la historia de la humanidad en forma de hombre hasta la época descrita en los cuatro Evangelios, incluso el Antiguo Testamento revela un requisito importante de los hijos de Dios: amar a Dios (Deuteronomio 6:5; Josué 22:5), que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Las personas influyentes en las redes sociales miden su éxito por el número de seguidores que tienen. Las figuras clave de la Iglesia primitiva también tenían seguidores, pero los suyos adoptaban la forma de facciones, que Pablo reprendió a los creyentes de Corinto por tener (1 Corintios 3:4). A Pablo не le impresionaban sus “seguidores” porque sabía que los creyentes no debían ser devotos ni de él ni de Apolos ni de Pedro ni de ningún otro ser humano. Los verdaderos cristianos siguen a Jesús. Solo Cristo tiene el poder de salvar. Vino a la tierra, se humilló tomando forma humana y soportó el sufrimiento de toda la humanidad, todo para salvar a los que confían en Él (Juan 3:16-18; Filipenses 2:5-11; Hebreos 12:2). Sabiendo esto, los verdaderos seguidores de Cristo viven para agradar al Señor, para lo cual nos capacita el Espíritu Santo. Cuando nos “suscribimos” a Jesús, estamos aceptando una vida en la que experimentaremos el gozo y la satisfacción del Señor, aunque eso implique apartarnos de muchas cosas que el mundo considera importantes: el dinero, el poder, el prestigio (1 Juan 2:15-17). Ser cristiano implica sacrificar lo que queremos, para vivir como Dios quiere que vivamos. La vida de un cristiano debe caracterizarse por el amor (Juan 13:34-35; 1 Juan 4:9-12). También debe caracterizarse por un crecimiento intencionado en el Señor a través de cosas como la lectura regular de la Biblia, la oración, la comunión con otros que aman a Cristo, la renuncia a las búsquedas hedonistas, la obediencia activa a los mandamientos de Dios e incluso el amor a nuestros enemigos (Romanos 12; Efesios 4; Santiago 1:22). La Biblia enseña que los verdaderos cristianos comprenden quién es Jesús y, mediante el poder del Espíritu Santo, tratan de conformarse a Él.