Jesús salva - ¿Qué significa esto?
En un momento u otro, la mayoría de las personas del mundo occidental han oído la frase "Jesús salva". ¿Qué es lo que realmente significa esta frase? ¿Quién es Jesús? ¿Por qué necesitamos ser salvos? ¿Cómo es que Jesús salva? ¿De qué nos salva? Desafortunadamente, la frase "Jesús salva" ha sufrido un secuestro cultural que le ha restado importancia. La verdad es que las palabras "Jesús salva" pueden ser las más importantes que jamás hayas oído. Jesús vivió hace unos 2.000 años en Israel. Era judío, y vivió y trabajó entre judíos. Era un hombre normal en una familia común. Cuando tenía unos treinta años, se puso de pie en el templo de la ciudad y citó un pasaje de un profeta judío llamado Isaías. Dijo:
"El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos" (Lucas 4:18).
Todos los que estaban presentes conocían esta profecía sobre el Mesías, el futuro rey de Israel que los liberaría y engrandecería a su nación. Después de citar el pasaje, Jesús los sorprendió a todos diciendo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros" (Lucas 4:21; ver los versículos 16-30 para el relato completo). Esto desató un conflicto entre Jesús (que afirmaba ser el Mesías) y los judíos (que finalmente lo entregaron a los romanos y lo ejecutaron crucificándolo).
Los fariseos judíos (los líderes religiosos de la época) odiaban a Jesús, sobre todo porque les dijo que lo que ellos pensaban de Dios era erróneo. Esperaban que el Mesías fuera un gobernante, un rey que les ayudara a derrotar a los romanos. Sin embargo, a Jesús le interesaba salvar a la gente para la eternidad. Ellos esperaban un Mesías que fuera como ellos mismos: dictando normas, pero sin querer ayudar a los demás (Lucas 11:46); glorificando su propia moralidad mientras despreciaban a los demás (Lucas 18:9-14). Por el contrario, a Jesús le interesaba perdonar, sanar a los enfermos y levantar a los que sufrían (Marcos 2:5; Juan 3:16-18; Marcos 2:17).
Jesús afirmó ser el Mesías y Dios (Juan 1:1-3; Juan 8:58). Respaldó esa afirmación resucitando de entre los muertos después de permanecer tres días en el sepulcro y apareciéndose ante una multitud de testigos y discípulos (Lucas 24:1-12, 36-49), muchos de los cuales tendrían que enfrentarse más adelante a una muerte violenta antes que negar que Jesús había resucitado de entre los muertos.
Entonces, ¿qué importancia tiene esto para nosotros hoy?
Hoy en día, la religión no es muy diferente de lo que era en tiempos de Jesús. Hay muchas reglas que se deben seguir para apaciguar a una deidad. Cuando las personas se enfrentan a la religión, generalmente a) se engañan a sí mismas pensando que pueden seguir todas las reglas, hacer lo correcto, etc. y luego juzgan a cualquiera que no pueda hacer lo mismo, o b) se alejan de la religión porque se dan cuenta que no son capaces de seguir las reglas. Las palabras "Jesús salva" se refieren a este problema. Jesús era el Dios Creador y presentaba todos los mismos rasgos del carácter del mismo Dios (Hebreos 1:3). Vino a perdonar los pecados de los hombres; vino porque "los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos" y no vino a "llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17). Lo que esto quiere decir es que si necesitas la salvación, Jesús salva.
Ahora bien, el hecho es que toda persona lo necesita, independientemente de que lo admita o no. Todos vamos en contra de los caminos de Dios (pecado). Todos tenemos la tendencia de hacer cosas en contra del carácter de Dios, adorando dioses falsos, no amando totalmente a otros, y escogiendo el camino equivocado. Todos somos pecadores (Romanos 3:23) que no estamos a la altura del estándar de Dios (Romanos 6:23). Y todos experimentamos una carga moral. Es por eso que la religión existe - para darnos la idea de control, y para calmar el sentimiento persistente que no estamos a la altura de lo que Dios quiere. "Si nos limitamos a seguir estas pocas reglas", pensamos, "Dios estará contento y me aceptará". Ahora bien, nunca podremos estar a la altura de las normas perfectas de Dios por nuestros propios medios (Romanos 5-8; Efesios 2:1-10).
¿Acaso esto significa que Dios es cruel? ¿Que nos ha condenado al fracaso? De ninguna manera: ¡Jesús salva! Dios envió a Jesús con este mismo propósito: cargar sobre Él todo el castigo por el pecado, para que nosotros no tuviéramos que soportarlo (Isaías 53:5). Ahora que este regalo gratuito está disponible para nosotros, la única manera en que podemos condenarnos es si deliberadamente decidimos NO tomarlo. Jesús salva a todos los que quieren ser salvos, aunque muchos de nosotros decimos "no, gracias" y nos aferramos obstinadamente a la religión, o a la ilusión que de alguna manera podemos salvarnos a nosotros mismos, o que no necesitamos ser salvos, o que Dios no existe. Negar Su existencia no es más que otra forma de evitar el gran problema: Jesús salva, y nosotros necesitamos la salvación.
Cuando Jesús salva, no sólo nos libera de la pena del pecado. Nos invita a una nueva vida (2 Corintios 5:17-21). Cuando confiamos en la salvación de Jesús, Él nos da el Espíritu Santo que mora en nuestro corazón y en nuestra vida para ayudarnos a conocer, amar y seguir a Dios (Efesios 1:3-14). Él nos ayuda a vivir de acuerdo con Dios (Juan 15:1-11; Romanos 8:29-30; Gálatas 5:16-26).
Acepta el consejo del escritor de Hebreos, que dijo: "Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones" (Hebreos 3:15).
Si crees que Jesús es quien dice ser -que es Dios que vino a la tierra como hombre, vivió una vida sin pecado, murió por nosotros para pagar la pena por nuestros pecados, resucitó de entre los muertos y te ofrece el regalo del perdón y la vida verdadera-, puedes aceptar hoy Su gran regalo. Una buena manera de empezar es orar a Dios algo como esto. [Es importante recordar que ésta es sólo una oración modelo. La salvación no se consigue recitando palabras específicas. Es un don de la gracia de Dios que recibimos a través de la fe en Él. Una oración como ésta es una forma de expresar tu corazón a Dios, decirle que le crees y pedirle que te salve]. " Amado Dios, sé que soy un pecador y que nunca podré alcanzar tu estándar por mí mismo. Sé que merezco la muerte por mis pecados. Pero también sé que has enviado a tu Hijo, Jesucristo, para vivir una vida perfecta y morir por mí. Creo en Él. Creo que resucitó y que me ofrece el don de la salvación. Quiero alejarme de mis pecados y aceptar la salvación en Jesús. Quiero seguir a Jesús y vivir para ti. Gracias por salvarme, Jesús".
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