¿Es el 'Siervo sufriente' de Isaías 53 una profecía acerca de Jesús?

Isaías 53 es considerada una de las profecías más directas y poderosas relacionadas con Jesucristo como el siervo sufriente, cumpliendo el papel del Mesías judío. Mucho antes de la muerte de Jesús en la cruz, muchos maestros judíos creían que esta importante sección de Isaías presagió la venida de un redentor que llegaría a Jerusalén. Sin embargo, los estudiosos judíos modernos a menudo sostienen que el capítulo se refiere a Israel, Moisés, o a otro profeta judío de la antigüedad. Sin embargo, el texto de Isaías 53 enlaza fuertemente con los sufrimientos que Jesús soportó.

Isaías 53:2 indica, “Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable.” Estas palabras prevén a un hombre que no se destaca por su aspecto o procedencia real. Jesús nació en un pesebre, y creció en un pequeño pueblo judío, cumpliendo la profecía en estas palabras.

Isaías 53:3 predice, “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos.” Jesús fue despreciado y rechazado por los judíos. Su muerte fue tan repugnante que llevaría a los hombres a ocultar sus rostros.

Isaías 53:4-9 ofrece muchos detalles que coinciden con Jesús y sólo Jesús: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.” (R60)

“Ciertamente El llevó nuestras enfermedades,
Y cargó con nuestros dolores.
Con todo, nosotros
Lo tuvimos por azotado,
Por herido de Dios y afligido.
Pero El fue herido (traspasado) por nuestras transgresiones,
Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El,
Y por Sus heridas (llagas) hemos sido sanados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
Nos apartamos cada cual por su camino;
Pero el SEÑOR hizo que cayera sobre El
La iniquidad de todos nosotros.
Fue oprimido y afligido,
Pero no abrió Su boca.
Como cordero que es llevado al matadero,
Y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda,
El no abrió Su boca.
Por opresión y juicio fue quitado;
Y en cuanto a Su generación, ¿quién tuvo en cuenta
Que El fuera cortado de la tierra de los vivientes
Por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida?
Se dispuso con los impíos Su sepultura,
Pero con el rico fue en Su muerte,
Aunque no había hecho violencia,
Ni había engaño en Su boca.” (NBH)

Las palabras traspasado, molido, castigo, y heridas todas cuadran con los sufrimientos que Jesús soportó en la cruz. Además, sus heridas traen sanidad a los que creen en Él. Jesús ha tomado nuestros pecados sobre Él. No protestó en sus juicios, sino que se calló en su defensa y fue inmolado similar a la manera de un cordero llevado a la muerte. Su tumba, o la muerte, fue con los impíos viendo que Jesús fue crucificado con dos delincuentes. Fue enterrado en la tumba de un hombre rico. Nunca hizo maldad, pero había muerto como criminal.

Estos detalles calzan de manera tan precisa con Jesús y sólo Jesús que los escritores del Nuevo Testamento a menudo se refirieron a Isaías 53 y otras profecías en Isaías para apoyar su visión de Jesús como el Mesías. Aún hoy, los que se consideran las palabras de esta profecía, escrita más de 600 años antes de su cumplimiento en Jesucristo, encontramos evidencia convincente de Jesús como el Mesías judío y el único camino a Dios (Hechos 4:12).



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