¿Acaso Dios nos tienta a pecar?
Santiago 1:13 afirma claramente que Dios no nos tienta a pecar: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie". Además, la Biblia enseña que Dios no permite que los creyentes en Cristo sean tentados más allá de lo que pueden soportar: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Corintios 10:13). Aunque estos principios son reconfortantes para nuestros momentos de dificultad, ¿cómo podemos entender el relato de Abraham en Génesis 22? En este capítulo, Dios le dijo a Abraham que tomara a su hijo Isaac y lo sacrificara en un altar al Señor. ¿No es este un ejemplo de cómo Dios tienta a alguien a pecar?
La respuesta a esta pregunta se encuentra en Génesis 22:1, que dice: "Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí". Dios no quería que Abraham pecara; quería probar la profundidad de su fe. El versículo 12 nos enseña que cuando Abraham dejó claro que estaba dispuesto a ofrecer su único hijo a Dios, el Señor intervino: "No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único". Abraham pasó la prueba, y Dios le prometió muchas bendiciones después (Génesis 22:16-18).
Dios no tienta a la gente a pecar, pero muchas veces nos pone a prueba para revelar nuestro corazón hacia Él (1 Tesalonicenses 2:4). Por ejemplo, después de que Caín matara a su hermano Abel, Dios lo probó primero preguntándole: "¿Dónde está Abel, tu hermano?". Dios sabía lo que había sucedido, pero utilizó la pregunta para mostrar las intenciones de Caín. A veces los resultados de la prueba son positivos, como con Abraham, mientras que otras veces el resultado es desalentador, como con Caín.
En las pruebas, Santiago 1:2-4 enseña: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna". La prueba de Dios tiene por finalidad conducir a los creyentes hacia la madurez. Por eso, debemos considerar que es un gozo cuando tenemos dificultades en la vida. No es una tentación; es una prueba que ofrece oportunidades para crecer en nuestra relación con Dios.
En última instancia, los que crecen a través de las pruebas serán recompensados eternamente. Santiago 1:12 enseña: "Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman". Primera de Pedro 1:6-7 afirma: "En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo".
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