¿Cómo puedo confiar en que Dios tiene efectivamente el control?
La primera pregunta que debemos hacernos es: "¿Está Dios realmente en control?". Para poder confiar en Él, necesitamos saber si esa confianza está o no garantizada. La Biblia establece claramente que la voluntad de Dios se cumple exactamente como Él lo ha dispuesto: "El Señor de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado" (Isaías 14:24). Esto debería fortalecernos y darnos confianza, sabiendo que Él es omnipotente, y que cuando promete una cosa, también tiene el poder de hacerla realidad. Dios es soberano sobre la creación: es el Rey de reyes y Señor de señores (1 Timoteo 6:15). Lo que Él dice que va a suceder, sucede. A través del profeta Isaías, Dios dice: "Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero" (Isaías 46:9b-10). ¿Qué pasa con el libre albedrío? Si Dios tiene todo el control, aunque las decisiones del hombre son elegidas libremente y están fuera de Su control, ¿cómo puede Dios tener realmente el control? La filosofía del teísmo abierto dice que Dios está reaccionando y cambiando constantemente de acuerdo a las decisiones y elecciones del hombre, y que no sabe lo que sucederá en el futuro más de lo que nosotros sabemos. Esta afirmación no puede ser cierta por causa de Cristo. Una cantidad de profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en la vida de Jesucristo, el Mesías. Si Dios estuviera reaccionando a las decisiones de los hombres, la profecía no tendría sentido. ¿Por qué diría Dios "voy a hacer esto" si no estuviera seguro de que se va a cumplir? Eso convertiría a Dios mismo en un falso profeta. Él sabía lo que iba a suceder, y por eso podía prometerlo. Además, la única manera de saber lo que va a suceder es si Él tiene el control total. Si el resultado del futuro depende del libre albedrío del hombre, nosotros, y no Él, seríamos Dios. Y esa idea es terriblemente familiar; es la mentira original de Satanás: serás como Dios (Génesis 3:5). Dios nos permite elegir y ser libres sólo dentro de los límites de Su soberanía. "Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?". (Daniel 4:35).
Cuando comprendemos que Dios tiene el control, debemos contemplar Su bondad. De ahí viene la verdadera confianza. No basta con saber que Dios es todopoderoso. Necesitamos saber que cuando ocurren cosas difíciles o inexplicables, Él es bueno y estas cosas tienen un propósito, incluso si no podemos ver ese propósito. La clave está en confiar en Su bondad, Su amor, Su misericordia, Su compasión, Su fidelidad y Su santidad.
Podemos llegar a confiar en el carácter de Dios de la misma manera que llegamos a confiar en el carácter de una persona: conociéndolo. Pablo exhortó a los romanos: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2). Cuando conformamos nuestra mente a la Escritura, estamos seguros de Dios. Esto no es sólo un proceso de asimilación de información sobre Dios, sino que es una comunión con Su Espíritu. Jesús dijo que el Espíritu nos guía a toda la verdad (Juan 16:13) y que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17:17). Cuanto más nos expongamos a la Palabra, permitiendo que el Espíritu de Cristo interprete esa verdad en nuestros corazones, más confiaremos en Él (Lucas 24:27; Romanos 8:9).
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