Si Dios es omnipresente, ¿significa eso que Dios está en el infierno?

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En resumen:

El infierno es un lugar donde las personas que rechazan a Dios son apartadas de Su favor y de la relación con Él, no un lugar donde Su omnipresencia sea negada.

Del Antiguo Testamento

  • La presencia de Dios en el infierno no se describe en el Antiguo Testamento.

Del Nuevo Testamento

  • Generalmente se considera que el infierno es un lugar donde las personas son apartadas de la presencia de Dios. Segunda de Tesalonicenses 1:9 dice de los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de Jesús: “...sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder”. La palabra griega usada aquí para “presencia” es prosopon y se refiere al rostro o la apariencia externa. Ser apartado de la “presencia” de Dios en el infierno tiene que ver más con ser apartado de Su favor o estar separado de Él en un sentido relacional.
  • Apocalipsis 14:10 se refiere a la presencia como proximidad física cuando habla del juicio de Dios: “él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en la copa de Su ira. Será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero”. La palabra griega usada para “presencia” aquí es enōpion. Estar en Su “presencia” en el infierno, o que el juicio se lleve a cabo en Su presencia, tiene que ver más con la proximidad física.
  • Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo , que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Sin embargo, el juicio perfecto de Dios está sobre todos, porque todos hemos pecado y estamos privados de Su gloria (Romanos 6:23).

Implicaciones para hoy

Dios estaba presente en el momento de la creación (Génesis 1-2), en la zarza ardiente hablando con Moisés (Éxodo 3), y cuando “la gloria de Yahveh llenaba la casa del Señor” (2 Crónicas 7:1-3), y cuando el Espíritu Santo vino sobre la iglesia primitiva el día de Pentecostés (Hechos 2:1-13). ¡Qué verdad tan gloriosa! También es cierto, aunque a menudo nos resulte más difícil de comprender o aceptar, que Dios también estuvo presente cuando la lluvia inundó la tierra, matando a todos menos a Noé, su familia y los animales elegidos (Génesis 6); estuvo presente cuando hizo llover fuego y azufre, destruyendo las ciudades de Sodoma y Gomorra (Génesis 19); y estuvo presente cuando las aguas del Mar Rojo se derrumbaron sobre el ejército de Egipto: “Entonces Yahveh dijo a Moisés: ‘Entonces el Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y su caballería». Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y al amanecer, el mar regresó a su estado normal, y los egipcios al huir se encontraban con él. Así derribó el Señor a los egipcios en medio del mar. Las aguas volvieron y cubrieron los carros y la caballería, a todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar. No quedó ni uno de ellos. Pero los israelitas pasaron en seco por en medio del mar, y las aguas les eran como un muro a su derecha y a su izquierda. Aquel día el Señor salvó a Israel de mano de los egipcios. Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Cuando Israel vio el gran poder que el Señor había usado contra los egipcios, el pueblo temió al Señor, y creyeron en el Señor y en Moisés, Su siervo” (Éxodo 14:26-31). Este pasaje subraya que la división del Mar Rojo es, simultáneamente, una historia de salvación para el pueblo de Israel y de destrucción para el ejército egipcio. Es una revelación de la justicia perfecta de Dios y un anticipo del día del juicio. Aunque no podemos comprender plenamente la mente y la voluntad del Padre, sabemos que “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento[a] de la verdad.” (1 Timoteo 2:4). También sabemos que “El Señor es lento para la ira y abundante en misericordia, y perdona la iniquidad y la transgresión; pero de ninguna manera tendrá por inocente al culpable; sino que castigará la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación” (Números 14:18). No celebramos la naturaleza o la necesidad del infierno, porque todos lo merecemos. Efesios 2:8 nos dice que “...por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios”. Nosotros, que sabemos que hemos recibido este don, debemos regocijarnos no solo en el regalo de la vida eterna, sino más aún en Dios, el Dador de este regalo. Disfrutaremos de la eternidad no solo cerca de Él, sino verdaderamente en Su presencia, en completa comunión con Él, totalmente limpios de pecado. “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es” (1 Juan 3:2). Alabamos a Dios por Su paciencia y Su amor, y oramos para que muchos más lleguen a conocerlo y a disfrutar de la plenitud de Su presencia, desde ahora y hasta la eternidad (2 Pedro 3:9).

Comprende

  • Dios es omnipresente.
  • Dios es justo y castigará a quienes están en el infierno por rechazarlo.
  • Dios estará relacionalmente alejado de quienes están en el infierno, pero eso no niega Su omnipresencia.

Reflexiona

  • ¿Cómo afecta a tu visión del carácter de Dios el hecho de entender el infierno como un lugar de separación relacional con Él, en lugar de Su ausencia física?
  • ¿Cómo ves tú la omnipresencia de Dios? ¿Te resulta reconfortante o desafiante, especialmente a la luz de la existencia del infierno?
  • ¿Cómo podemos comunicar el concepto del infierno de una forma que refleje tanto la justicia de Dios como Su deseo de salvación?

Ponlo en práctica

  • ¿Por qué a algunas personas les cuesta aceptar la idea de que Dios es omnipresente y que Su presencia está en el infierno?
  • ¿Cómo afecta el concepto de la omnipresencia de Dios a tu comprensión de Su juicio y Su misericordia?
  • ¿De qué manera los relatos bíblicos como la división del Mar Rojo reflejan la justicia de Dios y anticipan la coexistencia de Su juicio y Su salvación?