¿Acaso Dios creó el pecado?
Dios creó un universo perfecto y sin pecado. Al finalizar los seis días de la creación, dijo que todo era "muy bueno" (Génesis 1:31). Dios no creó el pecado. Más bien, el pecado entró en el universo cuando Lucifer se rebeló contra Dios y fue expulsado del cielo, junto con los ángeles que se aliaron con él (Isaías 14:12; Lucas 10:18). El pecado es todo aquello que va en contra del orden y las instrucciones perfectas de Dios. Una versión evidente del pecado es vivir sin tener en cuenta las leyes o en oposición directa a ellas: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). En realidad, el pecado es cualquier acción, palabra, pensamiento o motivación que está por debajo de la perfección y la gloria de Dios (Romanos 3:23).
Dios no creó el pecado, pero al dar libertad a Su creación, creó la posibilidad de pecar. Sin el libre albedrío, seríamos robots. Ya que Dios nos dio el libre albedrío, nos dio el derecho de elegir vivir de acuerdo a Su norma de justicia o elegir vivir en pecado. Dios no desea que pequemos ni pretende engañarnos para que pequemos. Santiago 1:13 nos dice: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie". Desde el primer pecado con Adán y Eva, nuestra inclinación humana natural ha sido hacia el pecado. Por eso Dios nos proporcionó un Salvador: Jesucristo. Por nosotros mismos, estamos separados de Dios y muertos en el pecado. Pero en Cristo, podemos ser vivificados para Dios y ser libres del pecado (Efesios 2:1-10). Los cristianos siguen luchando contra el pecado, pero también tenemos una nueva naturaleza y el poder del Espíritu Santo para ayudarnos a vencer (Filipenses 2:12-13; Efesios 4:17-32; Gálatas 5:16-25). Si buscamos a Dios, Él nos guiará por caminos de justicia (Jeremías 29:13; Salmo 23:3).
Aunque Dios no creó el pecado y no es responsable de nuestra elección de pecar, es Él quien, como norma de perfección, lo juzga: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5:10; ver también Eclesiastés 12:14; Romanos 14:12). Debemos acudir a Dios con fe y arrepentirnos para que perdone nuestros pecados; Él no quiere condenarnos, sino salvarnos. Él "... es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9; ver también Juan 3:16-18; Romanos 10:9-13). Todos los que han puesto su fe en Jesucristo han recibido el perdón de los pecados y no están condenados (Efesios 1:3-14; 2 Corintios 5:17-21). Y Dios es fiel para limpiarlos y restaurarlos a una estrecha comunión cuando pecan y vuelven a Él (1 Juan 1:8-2:2).
Dios desea firmemente que le sigamos, porque desea que experimentemos la cercanía con Él y otros beneficios que conlleva (Éxodo 19:5; Jeremías 7:23; Juan 15:1-11). Él quiere estar cerca de nosotros, proveernos y cubrirnos con Su protección. No te conformes con escuchar las palabras y las instrucciones de Dios; guárdalas y serás bendecido (Lucas 11:28).
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